• 25/04/2009 02:00

Juventud, patria y sufragio

A la juventud “desde las aulas escolares, los libros, los escritos y la tribuna pública” hemos hablado de sus derechos, mas nunca con ma...

A la juventud “desde las aulas escolares, los libros, los escritos y la tribuna pública” hemos hablado de sus derechos, mas nunca con mayor énfasis que de sus deberes. Hemos hablado de libertad, pero aparejándola siempre con un hondo sentimiento de responsabilidad. Los altos ideales de la patria se hallan en las mejores palabras de la juventud, pero más profundamente en sus sentimientos, y, asimismo, la convicción cristiana que su corazón alberga. Han de saber los jóvenes ciudadanos que es su comportamiento, su conducta, lo que va a determinar su posición en la vida. Deben cultivarse para ser portadores de un nuevo mensaje a las generaciones venideras: mensaje de convivencia, de paz y de concordia.

Las pasiones han envenenado el ambiente nacional e internacional, pero la generosidad y alteza de miras de la juventud han de obrar como antídoto de tan tremenda aflicción. Frente a la violencia, al odio, a la crueldad, al crimen, al mercado de las drogas, al desprecio por el ideal, ha de erguirse la juventud panameña con la bandera del respeto por todos los grandes valores humanos, y ha de luchar por la justicia, por el decoro, por el afianzamiento de las normas democráticas, con el entendimiento de que lo afectivo tiene, por lo menos, tanta importancia como lo intelectual.

Juventud y esperanza son para nosotros dos palabras sinónimas. Una juventud sin ilusiones, sin riqueza espiritual, sin anhelos generosos, sin nobles utopías, es una pobre juventud. La juventud es claridad, es impulso creador, expansión. No deben caber en ella los sentimientos de odio ni rencor. La nitidez de su conciencia ha de aflorar en la mirada limpia, en el semblante alegre, en la palabra franca. Solo un desquiciamiento moral puede trastocar estos factores. En la juventud la sonrisa es salud, el gesto torcido enfermedad del espíritu.

Las bellas acciones permanecen bellas a lo largo de los tiempos, así como los pecados capitales se mantienen incólumes en su fondo y en su forma. La lealtad enaltece y la traición enturbia, tanto hoy como en los días de Judas Iscariote.

Lo que entonces degradó degrada hoy también, y lo que entonces ennobleció ennoblece igualmente en nuestra época. La dignidad humana se rige por unos mismos principios, y la villanía no cambia sus características.

La patria pide a la juventud panameña honestidad de procederes, entereza, estudio, trabajo. La integridad con que esta recorra los senderos de la vida dependerá de su respuesta a ese llamamiento. Darle al mismo una dirección meditada, consciente, responsable; defender la integridad del espíritu; poner ardorosa fe en las fuerzas espirituales y morales que aletean en el fondo de la conciencia, supone la adquisición de los valores necesarios para establecer un compromiso sagrado de la juventud para consigo misma y para con la patria.

Finalmente, para los jóvenes que por primera vez harán uso del sufragio para elegir al presidente de la República, diputados, alcaldes y representantes de corregimiento: la cita con la patria, convocada para el día domingo 3 de mayo, será su primer gran reto cívico. ¡Recordemos que la convocación ciudadana para decidir el futuro de la Nación panameña ha de ser una bella aventura, y no corresponde a nuestros jóvenes convertirla en un vulgar episodio!

-El autor es pedagogo, escritor y diplomático.socratessiete@gmail.com

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