• 11/05/2009 02:00

Necesitamos un cambio

Ricardo Martinelli ha dejado de ser el candidato afín a muchos y adversario de otros tantos. Él ha ofrecido ser “el cambio”. Ha reconoci...

Ricardo Martinelli ha dejado de ser el candidato afín a muchos y adversario de otros tantos. Él ha ofrecido ser “el cambio”. Ha reconocido que “este gobierno ha hecho una gestión muy buena y que tiene programas muy buenos”, palabras más o menos. Por ello, la señal de madurez no sólo política, sino cívica, no vista antes, en buscar entre los gobiernos salientes y entrante una coordinación armónica es excelente para afuera y adentro.

El presidente electo Martinelli es, sin duda, por obra del mandato popular mayoritario, el presidente de Balbina Herrera incluso, aunque ninguno de los dos quisiera. Espero que ambos lo reconozcan así. Es mi presidente también, aunque no voté por él. Como yo habemos seiscientos mil. ¿Es bastante esa cifra verdad? No sólo eso, muchísimos alcaldes no son del grupo del presidente. ¿Nos imaginamos la mayoría de los gobiernos locales, tan vitales, haciéndole la guerra al presidente Martinelli o lo contrario, él a ellos? Necesitamos urgente un cambio. Un cambio de actitud política, antes que el pueblo lo pida de otra manera, como en Venezuela, como en Ecuador, como en Paraguay, mandando al diablo a todos los partidos.

Porque todos sabemos, si somos inteligentes en promedio, que aún la política partidista sigue siendo algo demasiado irrespetado. Sabemos, usted y yo, que la campaña pasada fue terriblemente negativa, cruel incluso, mediocre, no se escucharon los programas de nadie. El método de discusión fue bajo, vulgar. ¿Qué programa de educación o salud se pueden comprender si sólo nos dejan cinco minutos, y muchas veces bajo preguntas de periodistas, con excepciones, que no tienen la preparación para hacerlo?

Pero dejemos lo negativo atrás, todo, y todos, que no hubo un solo santo de ningún partido. ¿Alguien puede ser juez impoluto de otros? No. Todos los partidos, sin excepción, navegan sin ideologías coherentes. Se gastaron demasiados millones, nadie salió por ser puro, quien cree otra cosa se engaña. Pero, ahora, haga Usted, señor presidente, los cambios necesarios, que son demasiados. Tal vez no logre cumplir sus promesas, no porque no sean buenas, sino porque la economía no anda igual que las promesas, simplemente. Las promesas son palabras, y todos los candidatos las hicieron, usted también, muchas, pero la economía tiene cuerpo concreto, y se basa en varios fundamentos, el principal debe ser la gente, el talento, pero también, se basa en el señor dinero, tirano muchas veces.

El gobierno requiere, recuérdelo señor presidente, que el pueblo le tenga confianza, no sólo “los suyos”. Si quiere que le crean presidente, no sea enemigo de nadie. Nadie, entonces, se creerá su enemigo.

Omar Torrijos, que no sé qué opinión tenga usted de él (¿lo conoció personalmente alguna vez usted?), decía a sus ministros y altos funcionarios: “Recuerden, que el que está arriba es el que se agacha para saludar, incluso al contrario. Cuando el contrario espera que le peguen, es cuando el que manda muestra qué clase de alma tiene”.

Le dejo ese consejo de quien tantos panameños admiran, al punto de que a pesar de los chichones, su partido, el nuestro, que inexorablemente lo relevará a usted, es hoy por hoy, aún con sus naturales pleitos internos, porque es el más representativo socialmente, el más grande de la historia panameña. Amén.

-El autor es embajador de Panamá en Perú.homiliadiaz@gmail.com

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