• 28/06/2009 02:00

Irán: un régimen en su mentira

La turbia manera como se están controlando las cosas en Irán a raíz de las elecciones, da qué pensar sobre el proceso que manejan los ay...

La turbia manera como se están controlando las cosas en Irán a raíz de las elecciones, da qué pensar sobre el proceso que manejan los ayatollahs y que, todo el mundo teme, ha terminado con un gigantesco fraude. Sin embargo, si estas elecciones estaban, desde el principio, diseñadas para que el guiñol del ayatollah Jamenei —léase Ahmadinejad— se reeligiese sí o sí, la forma de responder del pueblo iraní es tan visible y contestataria al régimen que este no ha podido disimular ni su manipulación ni el hecho de que la población iraní no es ya una, ni hace mayoría con la forma de pensar y actuar del régimen teocrático.

Llaman la atención, no obstante, la manera de reaccionar de Ahmadinejad, y la de su mentor, el ayatollah Jamenei. El primero, evidentemente nervioso, acude a las amenazas, a los palos, a las imposiciones y a una excusa muy trillada que trae recuerdos de los Chávez, Castro, Noriega y de todos los dictadores en general: la costumbre de echarle la culpa a Estados Unidos, Inglaterra y si es necesario a la Unión Europea, con total desprecio de la oposición interna. Para Ahmadinejad este es un problema de “injerencia externa”. El segundo pide que se atengan a mecanismos que él controla. Mientras, sus milicianos armados, que a nosotros nos traen ecos de los panameños “batallones de la dignidad” reparten bastonazos en cada mítin y fuerzan al pueblo a replegarse.

Hay sin embargo dos factores difíciles de controlar para Ahmadinejad, Jamenei y sus Guardianes: por una parte, la crisis se conoce afuera, y nadie se engaña con lo que está pasando —solo los que quieren engañarse porque les conviene “tener los mismos enemigos” (obviamente hablo de los Chávez y sus socios del ALBA)—. El segundo es que al imponerse por la fuerza, el régimen pierde fuerza moral y la ganan sus adversarios internos para seguir luchando. La represión de la información, la prohibición de captar las manifestaciones, la expulsión de diplomáticos muestran las debilidades de quienes han enquistado su voluntad sobre el pueblo iraní. El consuelo es saber que su abuso no durará siempre.

- El autor es filósofo e historiadorjord1427@yahoo.com.mx

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