• 20/07/2009 02:00

El real enemigo del panameño

Nuestra cultura aprendida, programada de abuelos a hijos, pese a ser una sociedad mayoritariamente cristiana, nos hace heredar por tonel...

Nuestra cultura aprendida, programada de abuelos a hijos, pese a ser una sociedad mayoritariamente cristiana, nos hace heredar por toneladas odios y rencores, ejemplos que pasamos a hijos y nietos. En la política, por comenzar, los del nuevo gobierno en su mayoría destilan venganzas contra los anteriores funcionarios, y viceversa, los que se fueron quisieran ver fracasos inmediatos “para sentirse bien”. Estos rencores mutuos, que abundan a lo interno de las familias, en los centros laborales además, son la vida, su devenir, “normales en el ser humano”. El problema es que eso no queda allí.

La Organización Mundial de la Salud está muy clara en que la planilla mundial de costos de salud se ha triplicado, al menos en esta época. Panamá es un ejemplo: acabo de leer que el Seguro Social ha triplicado el gasto y costo de medicinas. En síntesis, la población consume más químicos y citas médicas, lo cual significa que se siente peor que otros años atrás.

El pueblo, entre crisis económica, botaderas, depresiones del que quedó mal, la burla del que está bien, los odios mutuos, paga esto bien caro. El enemigo de todos, ganadores (ansiosos porque no se les tomó en cuenta o lo que les dieron les parece poco), y los otros, (porque viene la botadera y solo les queda la venganza en cinco años). Esas emociones se convierten en el terrible flagelo del estrés, la ansiedad, la depresión, caminos directos a enfermedades pequeñas y grandotas, infartos y cánceres entre otras.

La Facultad de Salud Pública de Harvard analizó por 20 años a más de 1,700 hombres que mantenían alta preocupación por su estatus social, finanzas y la salud. Estos tenían mayores incidencias de enfermedades coronarias. Harvard estudió igualmente a 202 mujeres profesionales y encontró que la tensión o estrés entre sus compromisos profesionales y los problemas conyugales, los hijos o líos laborales, mal manejados o sin orientación debida, produjo muchísimo más enfermedades cardíacas. Un estudio en la Clínica Mayo, entre 2,829 personas sobre posibles eventos cardíacos, dejó claro que el estrés psicológico era el más potente anunciante de esas terribles enfermedades.

¿Conclusión? No cuidar preventivamente la ansiedad, dejarnos llevar por el desborde de emociones, sin aprender a manejarlas más o menos bien, puede ser algo que solo valoremos a la hora en que nos anuncian el infarto o el cáncer, o irnos de aquí sin aprenderlo. Tan sencillo y tan grave. Lo más seguro es que los hábitos con los cuales nos programaron, la costumbre deportiva general entre panameños de lanzarnos los dardos venenosos de las críticas y rencores mutuos, nos sigan envolviendo, pero igual, como eso mandamos a los demás, de eso cosecharemos y los hospitales y clínicas seguirán atiborrados de panameños que no debieran estar allí, adictos a químicos y a los médicos, muy poco orientadores de la salud preventiva, temerosos de “perder pacientes”.

La vida parecerá “normal” como el rencor mutuo, pero normal será también que más gente relativamente joven muera de infartos o tenga que soportar por años las secuelas de un cáncer. ¿Qué hacer? Recordar que sí hay formas de aprender a perdonar. Y esto es un gran negocio para nosotros, el mejor.

*Abogado.homiliadiaz@gmail.com

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