• 05/10/2009 02:00

Mensajes y escenarios mundiales

Cuando en el mes de septiembre de 2006, el presidente Hugo Chávez se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas e inició su in...

Cuando en el mes de septiembre de 2006, el presidente Hugo Chávez se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas e inició su intervención refiriéndose al mandatario de Estados Unidos de ese entonces, George W. Bush, como “el diablo”, inmediatamente perdió la oportunidad de extender su influencia internacional. Hasta ese momento todo parecía indicar que su país, Venezuela, gozaba de la simpatía mayoritaria para ocupar el puesto destinado para América Latina en el Consejo de Seguridad para el bienio 2007-2008. Ese honor finalmente le tocó a Panamá.

Hay suficientes ejemplos históricos como para saber que las dinámicas político-sociales de una era específica en el tiempo, solo ofrecen la suficiente oportunidad para avanzar una causa determinada que provoque cambios profundos, significativos y duraderos en una sociedad.

En muchos casos, esa dinámica puede ser limitadamente interactiva como para obtener el apoyo necesario. En el caso de un foro Internacional como el de la ONU y, ante los difíciles problemas globales, la falta de puntualidad y visión pueden afectar decididamente una causa.

El representante de Libia, Moammar Kadafi, balbuceó incoherentemente durante los 90 minutos en que ocupó el podio y la prensa internacional cuestionó la legitimidad del gobernante iraní Ahmadinejad ante su presencia en el foro anual.

Muy pocos individuos tienen un real concepto sobre la oportunidad que el momento les ofrece, y poco entendimiento tienen del uso que deben hacer de los escenarios que el tiempo les brinda para adelantar sus propuestas. Una cosa es el escenario interno, la “ patria chica ”, como lo llamaba Omar Torrijos, y otra muy distinta son estos escenarios mundiales, en donde la idea es presentar ante la faz de la Tierra los aportes que pueden nuestras naciones ofrecer en aras de un mejor mundo para todos.

Hay temas que el presidente Ricardo Martinelli mencionó en su discurso que, en mi modesta opinión, eran para otro escenario, eso incluye su puntual frase “ We are open for business ”. A estas alturas, si el desarrollo económico, las inversiones, el producto de los centros financieros redundan en beneficio de los más necesitados, seré el primero en apoyarlo decididamente. Pero, desafortunadamente no veo tales bondades.

En el sistema capitalista más importante del mundo, los Estados Unidos, los bolsones de pobreza y desventaja social existen visiblemente y constituyen la más cruda de las realidades para millones de estadounidenses. Ese país ofrece sistemas de salud de alta calidad, pero millones de personas no gozan de una buena cobertura y no tienen acceso a las atenciones primarias en caso de necesitarlos. En lo educativo, existen algunos de los más reconocidos centros de enseñanza a nivel mundial, pero de igual forma, la calidad de la educación en los sectores marginados es pobre. En Nueva York, centro financiero internacional por excelencia, los niveles de violencia, degradación social y pobreza están visibles y presentes.

El sistema capitalista ha colocado en el reglón de pobreza en Estados Unidos a cientos de miles de personas y familias en los últimos dos años. Han perdido sus casas, sus empleos, sus posibilidades a corto y mediano plazo, sin que hayan podido beneficiarse de programas de apoyo y ayuda.

De Panamá ya hemos opinado de varias maneras en este mismo espacio: no creo que del mundo necesitemos inversionistas: necesitamos un cambio de cultura social. Es la relación cultural lo que nos ayudará a salir del camino de deterioro en la cual nos encontramos. Es la conducta humana de excesiva avaricia de los que ya tienen, y de marginalidad mental de los que han aceptado como normal la presente condición social.

En el foro de la ONU, los temas obligantes para Panamá son la pobreza y pobreza extrema; distribución equitativa de las riquezas, educación, mejoramiento de la calidad educacional con modelos diseñados científicamente; educación avanzada, desarrollo social, condiciones de salud, intercambio cultural y científico. Por más que los indicadores económicos muestran a Panamá como uno de los países más prósperos de la Región y con mejores posibilidades de desarrollo, la realidad, acá “ en la patria chica ”, es otra.

Del mundo queremos sus vivencias y experiencias de resurgimiento, como Japón y Vietnam; de solidaridad humana, de visión compartida. Necesitamos la fórmula para elevar nuestra cultura, sembrar la semilla de la inquietud intelectual para iniciar la formación de ciudadanos que nos ofrezcan nuevamente la posibilidad de soñar y construir una mejor y más humana sociedad.

*Comunicador social.ernestoholder@gmail.com

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