• 05/02/2010 01:00

Civilista o Nihilista

Aquello de que hay quienes le han perdido el miedo al ridículo, cobra vigencia, en este país. Seguro que un número importante de naciona...

Aquello de que hay quienes le han perdido el miedo al ridículo, cobra vigencia, en este país. Seguro que un número importante de nacionales experimentaron rubor, una sensación extraña y hasta exasperación cuando sus atónitos ojos recibían la impresión de unos cuerpos y rostros que física y presencialmente participaron en la convocatoria hecha por la ”Cruzada Civilista”.

Tanto fue el desparpajo que hasta el color blanco utilizaron para identificarse con la pretensión del movimiento, que como emblema siempre lo usó en su combate contra la dictadura militar, que los simuladores ahora lo ven como positivo. El país no puede olvidar la cruenta persecución que le hicieron a los pañuelos blancos, y a todo cuanto blanco fuese. Tampoco el trauma que sufrieron quienes, con pitos y pailas, hicieron frente a un oprobioso régimen de fuerza que ellos mismos —los del PRD— amparaban y sostenían.

¿Cómo sentirán los civilistas antimilitaristas revueltos con los civiloides-militaristas?, pero peor aún, ¿cómo los acérrimos enemigos de los “ sediciosos ”, llamados por ellos, antipatriotas pudieron acompañar a los civilistas sin una mínima muestra de contrición?, ¿cómo ahora es buena una convocatoria civilista y ayer perniciosa cualquiera reunión de ella?

Es que la “ oposición ” sin un discurso de fondo no puede hacer ningún llamado público para concentrar gente, pues, su descalificación es tanta en estos momentos que no tiene la autoridad para ello. De allí el aprovechamiento de parte de ella de un movimiento que todavía en este país puede contar con alguna consideración, a pesar de no haber dado muestras de existencia durante los últimos cinco años de pésima y antipopular gestión gubernamental del PRD.

Sin el sectarismo que por lo mismo, no es aconsejable, mucho cuidado deberán tener quienes, quizás con “ buena intención ”, buscan alertar sobre algunas malas prácticas de los que hoy dirigen la Cosa Pública, porque los mismos que ayer privatizaron bienes estatales, los que desarrollaron políticas económicas que no beneficiaron a la población, los que impulsaron con vehemencia líneas y programas neoliberales, los que amasaron fortunas que deben explicar públicamente, están radicalmente inhabilitados, sobre todo desde la tesitura de lo ético, para formular críticas y adoptar posiciones con verdadera pureza.

Ahora, quienes lideran el actual gobierno deben, con la sensatez y la conciencia que debe acompañar a los que dirigen el Estado, desarrollar programas a favor de la gente que los eligió. El filósofo John Locke fue claro al plantear que cuando los gobiernos no responden a la voluntad popular, les asiste el derecho de reemplazarlos. Y ese derecho puede ejercerlo de muchas maneras.

*Docente universitario.jorge0913@pa.inter.net

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