• 17/02/2010 01:00

El futbolista Mandela

El final de la carrera cinematográfica de Clint Eastwood está lleno de agradables sorpresas, no solo por su capacidad para discurrir en ...

El final de la carrera cinematográfica de Clint Eastwood está lleno de agradables sorpresas, no solo por su capacidad para discurrir en las historias que desarrolla y situarlas en diferentes escenarios, sino por la versatilidad de registros, a partir de sus últimos títulos Río Místico, Million Dollar Baby, las dos cintas sobre Iwo Jima y Gran Torino, por mencionar algunas.

Su último trabajo Invictus apuesta a un reto diferente, que es recrear un acontecimiento histórico que se desarrolla en Sudáfrica, un drama deportivo con fuertes implicaciones políticas y que tiene como protagonista a Nelson Mandela. Se trata del equipo de rugby de ese país y su intento de alcanzar la clasificación mundial en 1995.

Lo interesante del filme no es solamente el tratamiento de los eventos deportivos que le sirven de referente, sino la situación política en que se enmarca y las circunstancias que rodearon esta saga en medio del resquebrajamiento del apartheid en un país totalmente dividido y que no obstante el triunfo electoral de Mandela, que aún guardaba las huellas de la desintegración racial y social.

Para narrar esta historia, Eastwood escogió a dos grandes actores que llevan el relato a su desenvolvimiento, Morgan Freeman quien encarna a Mandela y Matt Damon, que es el capitán del equipo sudafricano, Francois Pienaar. El guión se basa en el libro El factor humano: Nelson Mandela y el juego que cambió el mundo de John Carlin.

Al llegar Mandela a la Presidencia, el país está atomizado hasta en sus más pequeñas células. El equipo de seguridad del presidente está formado por un grupo de negros y en ellos se despiertan dudas cuando se les unen algunos compañeros blancos. De igual manera, el equipo nacional de rugby los Springboks, evoca el antiguo régimen y no recibe casi ningún apoyo del nuevo país en transformación.

Mandela percibe la posibilidad de que el deporte pueda ser un motivo de unión de la nación y empieza a mover sus fichas para alcanzar un resultado en doble partida, unir al país en torno al equipo, pero también crear la noción de unidad nacional que requiere el Estado. Una de las estrategias que utiliza Mandela es convencer, inspirar y estimular al capitán Pienaar (Damon) con su propio ejemplo.

Aunque Eastwood se centra en el aspecto deportivo, el público tiene oportunidad de apreciar algunos aspectos personales menos puntuales sobre el fondo del asunto, la división racial y el país formado por clanes, grupos económicos y una población muy pobre que subyace en estos escenarios.

En las familias, en el Estado, en el deporte, la división ha llenado a todos de una desconfianza sobre el prójimo, que lleva siglos. El propio ejemplo de Mandela y su traumática experiencia en la cárcel, sirven de instrumento para inspirar al capitán y poco a poco, transformar a los miembros del equipo.

A partir de aquí se percibe el proceso de cambios paulatinos en todo el microcosmos que rodea a Mandela, así como el efecto de su involucramiento en el rugby, que le hacen también convertirse en aficionado de este deporte.

Las escenas de los juegos en el filme aumentan el ritmo de intensidad y recrean el avance en la integración que se había propuesto Mandela. Hay un cambio desde el propio capitán y cada uno de los miembros del equipo que se inspiran y adquieren la visión de grupo requerida para avanzar en los propósitos de la selección deportiva.

Eastwood es un melómano consumado. La trama le permite una ambientación musical donde combina ritmos africanos y de occidente. Las escenas se quedan en la reconstrucción del relato deportivo y no entran a analizar en mayor profundidad la perspectiva personal, como en sus últimos filmes que se han caracterizado por este estudio de la situación de los personajes.

Mandela es expuesto en cuanto su personalidad y otros detalles íntimos, que quizás brindan más información sobre el líder que otras películas donde este personaje es el principal protagonista. La caracterización de Freeman tiene a veces, la disyuntiva que es muy él y en menor nivel Mandela. No obstante, es una buena representación.

El relato le permite al realizador trabajar sobre un enfoque del deporte como forma de construir productos, a partir del trabajo conjunto y el esfuerzo basado en la acción común. Además se involucra en los aspectos técnicos y lleva al público a insertarse en esta especialidad europea del fútbol de pelota ovalada.

Esta cinta no es un ejemplo de aquellos productos de excelencia a que Eastwood nos tiene acostumbrado, pero es un atractivo y emocionante documento sobre los conflictos sociopolíticos en Sudáfrica en un momento crucial de la vida de Mandela.

*Periodista y docente universitario.modestun@yahoo.es

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