• 05/07/2025 00:00

Una ceremonia de impacto político

En julio 1936, Enrique García Bedoya, encargado de Negocios del Perú en Panamá, informó que Juan Demóstenes Arosemena fue presidente electo y solicita que se diera aviso al presidente peruano Óscar Benavides

La transmisión del mando presidencial asegura la línea de sucesión democrática en las naciones civilizadas de régimen republicano. La ceremonia que la acompaña es el reflejo de una época y mide el nivel de eslabonamiento de un país con el contexto internacional. En julio 1936, Enrique García Bedoya, encargado de Negocios del Perú en Panamá, informó a Lima que Juan Demóstenes Arosemena había sido proclamado presidente electo y solicita que se dé aviso al presidente peruano Benavides para iniciar los preparativos de la delegación que participaría en los actos de entrega del Mando Supremo (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú,Caja 5-20-A,of.21,doc.21,1936).

Cuatro meses antes, en un gesto que puso en evidencia el buen nivel de las relaciones bilaterales, García Bedoya tuvo la responsabilidad de entregar la “Orden del Sol”, la máxima condecoración peruana, al gobierno panameño saliente. El 1.º de abril recibieron la presea peruana el entonces presidente de Panamá, señor Harmonio Arias, en el grado de Gran Cruz; el subsecretario de Relaciones Exteriores, señor Raúl de Roux, en el grado de Comendador; el licenciado Jorge Isaac Fábrega, miembro de la Asamblea Nacional y director de la Estrella de Panamá, en el grado de Comendador; el señor Temístocles Díaz, introductor de Ministros de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, con el grado de Oficial de la Orden; y la dama Catalina Lewis, con el grado de Oficial, en reconocimiento al impulso que brindaron al comercio y cultura binacionales (MRE,Caja 5-20-A,of.6,doc.11,1936).

A inicios de setiembre de 1936, el gobierno de Benavides designó a García Bedoya como “Consejero de la Embajada Especial a la Ceremonia de Transmisión del Mando en Panamá” (MRE,Caja 5-20-A,of.25,doc.25,1936) y, tres semanas después, José Gálvez, jefe de la Legación peruana en Bogotá fue nombrado “Embajador en Misión Especial” para el mismo cometido (MRE,Caja 5-20-A,of.32,doc.24,1936). Ocurrió entonces un hecho anecdótico. Inicialmente, además de Gálvez y García Bedoya, estaba previsto incorporar a la delegación al Agregado Comercial Ad-Honorem Faustino Silva, panameño, que ejercía tal función desde abril de ese año (MRE,Caja 5-20-A,of.13,doc.18,1936) pero el gobierno de Arosemena le ofreció integrarse a su administración, propuesta que Silva aceptó, con lo cual, la delegación peruana se vio reducida a dos representantes. La renuncia de Silva no fue aceptada por Lima sino hasta febrero de 1937 cuando el exfuncionario señaló claramente que su deseo era hacer carrera política en el istmo (MRE,Caja 5-20-A,of.01,doc.01,1937).

El informe de García Bedoya de aquel memorable 1.º de octubre de 1936 en que Juan Demóstenes Arosemena asumió como presidente de Panamá señala que asistieron delegaciones de 17 países correspondiéndole al embajador Gálvez la octava posición en el orden de precedencia del saludo. En el momento indicado, a su turno, Gálvez transmitió verbalmente al Mandatario panameño los parabienes del presidente peruano y el deseo de seguir impulsando las relaciones comerciales bilaterales. El informe no consigna la respuesta de Arosemena, pero, a juzgar por los intercambios que acontecieron en los años venideros, el presidente le debe haber asegurado que emprendería con ímpetu ese propósito. El 12 de octubre, Gálvez ofreció una cena para trescientos invitados en honor del flamante jefe de Estado. En esa ocasión, las palabras del presidente Arosemena remarcaron las tradicionales relaciones de amistad con el Perú, el próspero intercambio de negocios y de productos, las coincidencias de ambos gobiernos en materia de legislación laboral y las mismas aspiraciones sobre una seguridad social que amplíe la expectativa de vida de la población. El 14 de octubre, Gálvez regresó a Colombia por avión mientras que su esposa Amparo y su hija lo hicieron por barco hasta El Callao al día siguiente (MRE,Caja 5-20-A,of.34,doc.26,1936).

Antes de partir, Gálvez encargó a García Bedoya un segundo informe: la identificación de expertos panameños, especialistas en derecho internacional público, que fuesen afines al Perú o, como se acostumbraba a decir, filo-peruanos. La indicación transmitida por Gálvez respondía al deseo de la cancillería peruana de preparar una estrategia orientada a incrementar su presencia diplomática en Centroamérica y Panamá. En esa década se concebía que aquello se conseguiría multiplicando la red de instrumentos jurídicos —de naturaleza vinculante— y, por ello, la urgencia de tener identificados a los posibles negociadores que cada nación pudiese designar. En el caso de Panamá, los expertos mencionados fueron: el expresidente Harmodio Arias, el presidente Juan Demóstenes Arosemena, el excanciller Narciso Garay, el rector Octavio Méndez Pereira, Felipe Juan Escobar, Octavio Fábrega, Eduardo Chiari, Ricardo J. Alfaro, Julio Fábrega y Gregorio Miró. De cada uno de ellos se preparó un perfil y se recomendó vivamente cultivar su amistad (MRE,Caja 5-20-A,of.10,doc.15,1936); situación que, por cierto, no era extraña a la práctica cotidiana que realizaban otras misiones diplomáticas.

El año 1936 cerrará con la primera acción diplomática panameña del gobierno de Arosemena en favor del Perú, ya que apoyará la aspiración peruana para alcanzar un curul como juez del Tribunal Permanente de Justicia Internacional de la Liga de Naciones. Se instruyó a Arnulfo Arias, ministro de Panamá en Francia, a trasladarse a Ginebra para la votación (MRE,Caja 5-20-A,of.40,doc.30,1936). Un corolario de solidaridad que nació de un evento político-ceremonial.

*El autor es exembajador de Perú en Panamá, Honduras y Guatemala
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