• 27/09/2010 02:00

Una brújula moral

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) inició la semana pasada su 65ava sesión. En ese marco, su secretario general, Ban Ki—moon, ...

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) inició la semana pasada su 65ava sesión. En ese marco, su secretario general, Ban Ki—moon, advirtió que ‘... en el mundo crecen las inequidades entre naciones y dentro de ellas, se exacerban las políticas de polarización, y aumenta el lenguaje del odio y falsas divisiones’. Qué puntual sus palabras ante el clima de confrontación entre diversos sectores de la vida nacional. Un difícil escenario que se mantiene latente como una amenaza a la convivencia pacífica. El secretario general también solicitó a los 192 integrantes de la ONU ‘convertir en realidad las promesas de erradicar la pobreza, combatir el cambio climático, eliminar las armas nucleares y promover la igualdad de género’.

Recordemos que en septiembre del 2000, se celebró en Nueva York la Cumbre del Milenio de la ONU, en donde 189 líderes mundiales acordaron ocho objetivos puntuales con sus metas medibles: 1— Erradicar la pobreza extrema; 2— Lograr la enseñaza primaria universal, 3— Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, 4— Reducir la mortandad infantil, 5— Mejorar la salud materna, 6— Combatir el VIH/SIDA, paludismo y otras enfermedades, 7— Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y, 8— Fomentar una alianza mundial para el desarrollo. El plazo acordado: Año 2015.

Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU puntualizó: ‘Creo que la misión de las Naciones Unidas en el siglo XXI, será definida por un nuevo y más profundo entendimiento sobre la santidad y dignidad de cada vida humana, independientemente de su raza o religión’.

A 11 años de trabajo, en un informe elaborado por el Grupo de Tareas sobre el desfase en el logro de los objetivos de desarrollo del Milenio, en el que participan más de 20 organismos de la ONU, se llama a ‘un mayor impulso en la ayuda, el comercio y la deuda para lograr los objetivos mundiales de lucha contra la pobreza’. Al igual que el año pasado, este nuevo informe sigue siendo un frío señalamiento de que, a pesar de los avances, las dificultades han intervenido en el deseo de atender la necesidad de las poblaciones vulnerables, ante todo en los países pobres y en vías de desarrollo.

En su discurso ante el pleno de la ONU, el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, señaló que ‘Los Objetivos del Desarrollo del Milenio no son negociables ni condicionados y están por encima de los intereses políticos y personales’. Señaló además que, ‘... Panamá avanza en el cumplimiento de los objetivos del milenio, y para ello su gobierno se ha planteado dos pilares: El primero, profundizar la inserción de la economía panameña en el contexto internacional; el segundo, fortalecer las capacidades productivas y humanas, teniendo presente que esta última es el recurso clave’.

Faltan cinco años y no quiero ser fatalista, pero la realidad dicta que no vamos a poder cumplir con los objetivos planteados a nivel local ni en el plano internacional. En gran parte de mis entregas semanales a lo largo de estos años, he hecho señalamientos puntuales sobre las desventajas y las amenazas a la condición humana de gran parte de la población, a la cual estas metas intentan ayudar. No perdamos de vista que en ese mismo período, desde el año 2000, fecha de la Cumbre y, tal como lo señala la revista Forbes, las arcas personales de un puñado de personas de la población mundial se han engrosado con sumas inimaginables de dinero, bien o mal habido, que ha podido muy bien servir para apoyar los esfuerzos para alcanzar objetivos trazados.

En Panamá nos hemos desvivido intensamente en los últimos 10 años en la construcción de rascacielos, centros comerciales, centros lujosos de recreación turística, etc. Y por otro lado, el sistema educativo ha caducado miserablemente, la seguridad y la salud son amenazas latentes que no representan un avance en la consecución de las metas. Ese ‘fortalecimiento de las capacidades humanas’, en la parte educativa por ejemplo, toma por lo menos 20 años si se declara ‘política de Estado’; mucho mas allá del 2015.

No puedo en este espacio resumir debidamente los resultados de cada objetivo, pero el informe del 2009 y el recién publicado de 2010 dan cuenta de que los retos y las dificultades existentes a la hora de la formulación de estos objetivos y sus metas, aunados a los desafíos, amenazas, atrasos y dificultades que se han encontrado en el camino, prueban que el ‘querer hacer’ y el ‘poder hacer’ muchas veces son eslabones de dos cadenas diferentes.

Ban Ki—moon reiteró la necesidad de que se ‘reconozca en el máximo organismo una brújula moral mundial con la que los países cierren filas para afrontar con éxito esos problemas’. Nuestra brújula local requiere de un reajuste.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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