• 20/10/2010 02:00

Hablando de mentes brillantes

Hay seres de mentes brillantes que suelen dedicarse a maquinar y ejecutar planes para despojar a la gente no solo de su dinero, o de sus...

Hay seres de mentes brillantes que suelen dedicarse a maquinar y ejecutar planes para despojar a la gente no solo de su dinero, o de sus posesiones, sino también de su amor propio, de su seguridad y de su plena realización. Las trampas se presentan de diversas formas y a cada momento se fraguan estafas nuevas y millonarias.

Por ejemplo: La increíble estafa piramidal de Bernard Madoff salpicó a gigantes de la banca mundial, con pérdidas propias a sus clientes que alcanzaron unos 13000 (trece mil) millones de dólares. Un caso que se convirtió en la estafa más grande en la historia de Estados Unidos.

El Lord del Fraude, Hugh Rodley, gracias a un ayudante y una laptop instalaron un programa en las computadoras personales de Sumitomo, lo que les permitió conocer las contraseñas y los detalles de las cuentas de los clientes del banco, y se dispusieron a sacar un total de 364 millones de dólares, con solo revisar el formulario de transacción y oprimiendo la tecla ‘Enviar’. Y, así se consumó el mayor robo bancario en la historia del Reino Unido.

Una de las tantas estafas famosas en bienes raíces fue en República Dominicana por más de 100 millones de dólares a clientes de Florida y Canadá en proyectos turísticos sin desarrollar, por dos agentes inmobiliarios de apellido Elliot, padre e hijo. Los estafadores aún gozan de libertad y el dinero jamás se recuperó.

Cuánto absurdo y cuánto desperdicio en estas mentes que no dejan de ser brillantes; pero, la codicia y ese afán de grandeza y desmesura no los deja descansar hasta no lograr su objetivo. Estas mentes son tan depravadas que salen huyendo o esperando en total libertad una sentencia por las injusticias cometidas, o gozando de algo que jamás podrán disfrutar plenamente, porque tener dinero mal habido no da la virtud para disfrutarlo.

Dice el refrán: ‘Nada es más fácil que engañar a una persona honrada’. Aparte de las pérdidas económicas, las víctimas sufren un duro golpe emocional al ver que alguien —generalmente una persona en quien confiaban— se aprovecha de ellas. Por desgracia, la mayor parte de tales trampas queda sin castigo por lo difícil que es demostrar que se actuó de mala fe. Además, muchos timadores conocen y se aprovechan de las lagunas del sistema jurídico. Saben cómo defraudar, de tal modo que sea difícil o hasta imposible presentarles cargos. Pero, lo peor del asunto es dejarse estafar. Hay que ser astuto y reconocer la conducta del embaucador.

Una mente torcida es aquella que piensa que triunfar es acumular riqueza y poder, sin importar los medios para lograrlo. El mismo complejo del que sufrían en tiempos pasados los aristócratas con títulos de nobleza que vivían del esfuerzo de los demás por un aberrante derecho de sangre que les confería el poder de explotar y matar.

Cuántas mentes brillantes perdieron la oportunidad de hacer el bien para sí mismos, para sus familias, para sus países y para la Humanidad. Por ejemplo, el holocausto fue el resultado de la mente torcida de un individuo que pudo influir de manera brillante sobre sus seguidores para hacer algo devastador. Así mismo, nos encontramos con gobernantes de mentes torcidas que no dejan de ser brillantes cuando saben engañar a los habitantes de su país haciéndoles creer que la paz de una nación está asegurada por armas y bombas.

Las mentes brillantes, pero torcidas, le dan rienda suelta a sus deseos e impulsos y se esfuerzan en presentar un sin número de sistemas de pensamientos, lógicamente compaginados y atractivos, por medio de los cuales la conducta pecaminosa pueda ser racionalizada fácilmente. Y, viven convencidos de que la estructura genética o la historia previa o la suerte hacen de ellos lo que son y, de esta manera, no se sienten responsables por lo que hacen ni sienten una pizca de remordimiento. En consecuencia, el efecto de esta filosofía sobre la sociedad es demoledor. Conduce a penas ligeras en los tribunales, y puntos de vista tolerantes en la conducta delictiva y una actitud general de excesiva indulgencia.

En Panamá también hay gente de mente brillante. Pero, mucha de ella queda a merced de los antojos de los poderosos. Porque si se pusieran a trabajar en beneficio de mi país y se les diera la oportunidad de hacerlo de manera correcta, los problemas que nos aquejan se resolverían así de fácil, sin diatribas, egoísmo, desatinos e indolencia.

*ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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