• 29/11/2010 01:00

Ramón del Cristo Morales, odontólogo y poeta, ex Toto corde

El 24 de noviembre pasado, hace 65 años, partió en ese viaje inexorable hacia lo ignoto el Dr. Ramón del C. Morales, mi abuelo. Después ...

El 24 de noviembre pasado, hace 65 años, partió en ese viaje inexorable hacia lo ignoto el Dr. Ramón del C. Morales, mi abuelo. Después de los años transcurridos, los recuerdos que conservo de él siguen vívidos, cálidos, en mi alma.

Siempre sentiré profundo orgullo por mi abuelo y en la medida en que han transcurrido los años desde su desaparición, su figura se me presenta gigantesca, más cálida, pletórica de amor y de bondad.

Hoy más que ayer son necesarias las personalidades íntegras como la suya y de la de sus hermanos, Alejandro César y Eusebio A. Morales. Noble, ingenioso como lo fue, en donde la chispa, la risa siempre a flor de piel constituían un parnaso de evocadores momentos de alegría.

Mi abuelo fue odontólogo y poeta. Escribió poesías líricas, pero cultivó con singular maestría el epigrama, el género que inmortalizó a Vital Aza, a Quevedo, a Campoamor, Larra y Carlos Cano.

El género satírico y picaresco que él llamó ‘chispazos’, es el género más difícil de la lengua de Cervantes, pese a ello, tenía la facilidad de captar el chiste y la ironía y plasmarlos en un epigrama, jocoso unas veces, mordaz otras, picaresco muchas otras, nada escapaba a su ingenio ni a su intelecto.

Nos legó una obra intitulada ‘Chispazos festivos y brotes líricos’, esta obra recoge toda una vida de humorismo sano. Allí encontramos epigramas escritos a políticos, a sus amigos, al prestamista local, a funcionarios, etc. Mi abuelo tuvo el placer de acertar siempre en sus motivos.

El Dr. Ramón del Cristo Morales fue conocido en el mundo del epigrama con el seudónimo de ‘RAMORA’, dotado de una clara inteligencia, hombre amable y ameno, respetuoso y con una capacidad de amor a sus semejantes como pocos en el ámbito de la provincia chiricana y, ¿por qué no decirlo?, de la nación entera.

Cuando abandonara la vida terrena, sus exequias fúnebres constituyeron la más enorme manifestación de amor y cariño de todo un pueblo, producto de una vida al servicio desinteresado de muchos seres humildes que no podían pagar sus gastos dentales. Su pródiga bondad, siempre dijo presente en los momentos de angustia de mucha gente humilde.

Su hijo, el Ing. Juan Alberto Morales, inventó una vulcanizadora, con el propósito de reducir el tiempo de cocción de las prótesis dentales, lo que lo colocaba frente a sus competidores con ventajas apreciables. Sin embargo, su bondad e integridad sin límites, a quienes puso el invento a la orden para que pudieran ofrecer las prótesis de entrega inmediata. Extraordinaria bondad la de mi abuelo.

Abuelo, a los tantos años de tu partida, mi alma se estremece con solo pensar que cada día está más cerca el momento de nuestro reencuentro. Los recuerdos que dejaste en nuestra niñez los llevo latentes, presos en mi cuerpo y en mi mente. Cuando marche al más allá mi alegría mayor, será reencontrarnos. Así son las cosas.

*EMPRESARIO.

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