• 29/03/2014 01:00

Vivir dignamente

Gracias a todos esos valientes que construyen un ejemplo digno de humanidad a seguir...

Primero es necesario saber qué significa vivir y qué es la dignidad respectivamente, dado que el concepto dignidad tiene diferentes aproximaciones y definiciones.

La dignidad o cualidad de ser digno, deriva del latín ‘digno’ —‘dignus’, ‘dignitas’—, que se traduce como ‘valioso’.

Para algunos la dignidad tiene que ver con el hecho de aceptar su condición como creación e imagen de Dios, por ende la dignidad quedaría adscrita al hecho del reconocimiento o autoconocimiento espiritual como creación divina.

Para otros la dignidad tiene que ver con el hecho de vivir de acuerdo a las leyes de la razón y de su propia autonomía como seres racionales.

La dignidad implica mirar con respeto aquello que vemos como valioso, elevado, eminente o sublime y de acuerdo a esa estimación ser congruentes con esa actitud. Este respeto merecido implica una conducta de reciprocidad correspondiente al mérito debido de la propia condición humana en sí misma.

Vivir, sin embargo, implica ya una acción, un acto de toma de conciencia de nuestra propia existencia, de nuestra propia mortalidad.

Conciencia que nos lleva a valorar axiológicamente y éticamente todo lo vivido. La vida pasa día a día, pero la vivimos en la medida en que somos consciente de ella, con todas sus alegrías y tristezas, aciertos y desaciertos que ella conlleva.

Se vive dignamente, cuando no se es mentiroso con uno mismo, cuando se guarda el respeto a la majestad espiritual que representamos nosotros mismos como personas humanas.

Cuando se afronta con valentía y entereza todos los infortunios con que la vida en ocasiones nos golpea. Es obrar en armonía con las demás personas que lo rodean. Cuando no se obra por el deseo, sino por el Deber.

¿Por qué debemos vivir dignamente? Porque la pobreza, las enfermedades u otra suerte de necesidades o situaciones desventajosas no son óbice cuando el ser humano optan por vivir dignamente.

Debemos vivir dignamente para sentirnos orgullosos de nosotros mismo por nuestra entereza moral, para no avergonzarnos ni agachar la mirada por lo que hicimos o dejamos de hacer. Porque vivir dignamente es un derecho y un deber de todos.

¿Cuándo una persona vive dignamente? La misma vida nos regala todos los días pequeñas, pero inmensamente inspiradoras, historias de seres humanos que eligen este encomiable camino, he aquí algunas de ellas:

Cuando el padre desempleado prefiere trabajar honestamente de sol a sol, antes que ceder a la necesidad y traficar con sustancias ilícitas, dado que su mayor legado es entregarle a su hijo con el sudor de su frente un apellido limpio y sin tacha alguna.

Cuando la madre soltera opta por ‘vivir dignamente’ y, a pesar de pasar por malos momentos económicos, prefiere pasar hambre, antes que vender su intimidad evadiendo el camino cómodo que ‘la vida fácil’ le ofrece.

El funcionario que rehúsa participar de cualquier acto deshonesto, sin importar de cuántos ceros cuente el indebido a repartir.

A la ética docente de ese profesor, cuyo excelso talante moral le impide ceder a las tentaciones efímeras del papel verde para pasar a un estudiante que no se lo ha ganado.

A la ética de ese estudiante que, pese a observar la deshonestidad de sus compañeros al copiarse en ese examen difícil, prefiere mantenerse firme y desarrollarlo por el mismo, pues eso sería irrespetarse y, lo peor, mentirse a sí mismo.

Gracias a todos esos valientes que construyen un ejemplo digno de humanidad a seguir en un mundo lleno de injusticias, corrupción y caos. Ustedes son un faro digno a seguir.

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