• 30/03/2015 02:00

Lester LeónGraves

‘A mediados de la semana pasada falleció Lester León Graves, un símbolo de la Patria que para muchos... ha quedado en el olvido’

Retratado en la novela de Joaquín Beleño, Gamboa Road Gang, Lester León Graves, a mediados de la década de 1940, fue acusado de violar a una joven blanca de la Zona del Canal. A penas contaba 19 años y la realidad señala evidencias de un amor furtivo entre los dos jóvenes. El sistema judicial —cruel y racista— de la Zona del Canal lo condenó a 50 años de prisión. Su caso se convirtió en un reclamo nacional como parte importante de la lucha por la descolonización de la Zona del Canal y formó parte de la retórica y del discurso nacionalista para ejercer presiones por su liberación.

El escritor Beleño, sobre los sueños de libertad, las esperanzas de emancipación que acechaban el consciente y subconsciente, real o subliminal de uno de sus personaje, en Gamboa Road Gang, relata poéticamente que: ‘Un jubilo nervioso conmueve todo mi ser. El sol brilla para la humanidad. El sol brilla para el hombre. No importa que yo esté recluido en una cárcel. Todo esto pasará, pero yo también cruzaré la carretera de nuevo. El sol está brillando. Tarde o temprano brillará para Atá y Lester Graves, condenados a cincuenta años por atreverse a tocar gringas de ojos azules’.

El diario La Hora del martes 16 de enero de 1962, anunció la liberación de Lester, con el tituló de portada: ‘15 años, 9 meses, 13 días y seis horas en Gamboa’, lugar en donde purgó su sentencia hasta ese momento. El diario mostró fotos de Lester con su madre y sus familiares y reseñó que, el entonces gobernador de la Zona del Canal, Don Williams Carter, ‘... en una actitud justa y honrada, firmó ayer el indulto a favor de Lester León Graves, acción que ante los ojos de todos los panameños le ha merecido los más cálidos y elogiosos comentarios’.

Para los que prefieren no recordar la historia, un párrafo curioso y revelador en la noticia de La Hora sobre la verdad que se vivía en Panamá indicó que: ‘Lester Leon Graves nos informa que no ha sido deportado de la Zona del Canal y que puede pisar el territorio zoneíta, pero que no le interesa transitar por la Zona’. ¿Deportado de la Zona del Canal? Sí, esa era la realidad.

Un grupo de amigos tuvimos la oportunidad de compartir dos veces con Lester en los últimos ocho meses. A sus 89 gozaba de una asombrosa claridad mental, a pesar de sus limitaciones de movilidad y algunos retos para su salud. Al igual que en el diario La Hora que subtituló un aparte de la portada con ‘Yo no quiero hablar de Ella’, en referencia a la joven de ojos azules, en nuestra conversa con él, evitó con mucha caballerosidad el tema, pero reafirmó algunos difíciles episodios sobre su estadía en la cárcel de Gamboa y su rebeldía juvenil que le merecía muchas veces el aislamiento durante su cautiverio.

Cantante, jovial, anecdotario, reflexivo y otras veces conmovedor, relató detalles sobre sus pasos por la vida después de que salió de Gamboa en 1962. La cárcel deja una marca indeleble en la vida de todas las personas y, ante todo, en el contexto de las circunstancias que te llevaron allí. Eso rescaté de los relatos de Lester sobre muchas cosas de la vida que le tocó cuando recuperó su libertad.

A mediados de la semana pasada falleció Lester León Graves, un símbolo de la Patria que para muchos se ha quedado en el olvido. Ya en muchas ocasiones he hecho alusión al tiempo que vivimos como de apuros para construir cosas, ocupar espacios imaginarios en las clasificaciones de entidades internacionales (independientemente de los crónicos problemas que hay para atender a los más vulnerables) robar y hacer dinero. La historia, sus personajes, sus aportes y sacrificios, son de poco interés; sirven como ‘cliché’ para adornar discursos y actos protocolares. Pero poco importan a los que tienen la potestad de asignar razonables recursos para documentar y preservarlos.

De sus relatos, le ha quedado como dolor, más que sus años en la cárcel, las promesas incumplidas por los políticos y personeros de Gobiernos que a lo largo de las décadas le prometieron de todo. Creo que murió satisfecho con lo logrado en los últimos meses de su vida. Un espacio propio para impugnar el olvido.

COMUNICADOR SOCIAL.

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