Fiestas patronales, realidad campesina (II)

Recientemente, específicamente en el corregimiento de Santo Domingo —perteneciente al distrito de Las Tablas, cede de la parroquia Santa María la Antigua—, durante las novenas que anteceden el aniversario del patrono de dicho pueblo Santo Domingo de Guzmán, el sacerdote párroco cerró las puertas de la iglesia construida por el pueblo, impidiendo la entrada a sus feligreses en los momentos en que correspondía la homilía y la celebración de las últimas novenas, debido a que en los jardines de bailes cercanos a la iglesia difundían alegre música, como es la costumbre tableña.

Opino, basado en la fe católica, que mantengo desde niño, en el amor a nuestro Señor Jesucristo, verdadero redentor, que ese tipo de actitud asumida por el sacerdote que supone un hombre sabio, a quien le he escuchado sermones llenos de gran pasión por las cosas de la iglesia, fue totalmente desafortunada, porque a las personas que les impidió la entrada a la casa de Dios son precisamente las verdaderas creyentes del pueblo, que prefirieron asistir a la iglesia.

Pudo muy bien haber cerrado la puerta principal, por el ruido, pero permitiendo el acceso al templo por las puertas laterales. Por ello, estimo muy digna, muy justa, la protesta realizada frente a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán por los feligreses tristes y sentidos por la actitud de su ministro, quien debe dar muestras de sabiduría, comprensión, flexibilidad y tolerancia en pro de rescatar la fe que se debilita ante actitudes como la mencionada.

No es con ese tipo de acciones irreverentes con las que haremos cambiar al santeño o herrerano; como hemos explicado, las actividades de la iglesia se ligaron a las paganas, precisamente para lograr adeptos; con el devenir del tiempo y los cambios favorables obtenidos, especialmente en la Liturgia, estamos logrando mayor acogida, no la echemos a perder.

ESCRITOR, COMPOSITOR Y FOLCLORISTA.