• 16/06/2017 02:03

Martinelli, China y Trump

El arresto en Miami del expresidente Ricardo Martinelli, al margen de lo que pensemos sobre lo que hizo como gobernante, afecta la imagen del país...

El arresto en Miami del expresidente Ricardo Martinelli, al margen de lo que pensemos sobre lo que hizo como gobernante, afecta la imagen del país: fue nuestro presidente por cinco años en una lid democrática que ganó con el 62 % de la votación popular. Refuerza en muchos de nuestros críticos, aunque no nos guste, la idea de que en Panamá todo tiene un precio. Pero, por el lado positivo, da un mensaje muy contundente a la clase política: el crimen no paga, aunque llegues a ser presidente de tu país.

Este acontecimiento echa por tierra las especulaciones que algunos hicimos de que, por un pacto secreto con el presidente Juan Carlos Varela, Martinelli nunca enfrentaría la justicia norteamericana y por ello ser extraditado a Panamá. Por igual, se desvirtúa aquello de que el mal manejo de la Corte Suprema de Justicia impedía que se diera lo que finalmente se concretó. Lo ocurrido produce cierta reivindicación tanto del Ejecutivo como del Judicial.

La detención de Martinelli refuerza la esperanza de que podremos tener justicia igual para todos en Panamá. Poco ha importado a los tribunales norteamericanos su estatus de expresidente; incluso se desmitificó aquello de que no le pasaría nada porque él le había hecho varios favores a la CIA. En ese sentido, probablemente le ocurrió lo mismo que a Noriega, que nunca calculó la posibilidad de que sus antiguos aliados invadieran Panamá.

Yo sabía desde marzo pasado que se caminaba en la línea de la extradición de Martinelli. Lo pude confirmar a finales de mayo y lo anuncié durante una entrevista con Hugo Famanía en Telemetro, el 6 de junio pasado: Estados Unidos le cancelaría su estatus migratorio, estaba cerca su extradición.

Dentro de ese contexto, la credibilidad de las instituciones ha recibido un espaldarazo a la maltrecha percepción que se tenía de ellas. Se suman dos importantes hechos más que refuerzan la imagen de Varela: el sorprendente establecimiento de relaciones diplomáticas con China, lo cual requería de una particular valentía al trastocar el statu quo con Taiwán, y la visita a Washington para reunirse con el presidente Trump, donde, ojalá se le haya exigido a ese país que coopere con más recursos en la lucha contra las drogas que se consumen allá y que actualmente asume Panamá. China nos abre las puertas a muchas oportunidades de desarrollo y la visita a los Estados Unidos le da impulso a mejorar las especiales relaciones bilaterales que tenemos.

Incumplida la promesa electoral de realizar una constituyente paralela, es el momento de Varela, aprovechando esta especial coyuntura, para que convoque a todos los sectores políticos, sociales y económicos para discutir la posibilidad de concretar un gran acuerdo nacional que nos lleve a trazar un plan de desarrollo institucional a corto plazo que incluya cambios profundos a la Constitución.

Panamá requiere que nos pongamos rápidamente de acuerdo sobre cómo enfrentar los problemas de la educación, hoy en un estado de insoportable caos y que afecta a los que menos tienen. De cómo facilitar a la población mejores condiciones de salud. De cómo resolver de una vez por todas el problema del transporte y la recolección de los desechos sólidos. Y, por último, cómo enfrentar con mayor eficacia el gran problema en que se ha convertido la inseguridad ciudadana. Todo lo anterior requerirá profundas transformaciones en la institucionalidad democrática, hoy en su peor desprestigio por la mala conducta de una clase política que no entiende que la cosa pública no puede confundirse con la privada.

Es su oportunidad presidente, no la desaproveche.

ABOGADO Y POLÍTICO.

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