• 20/11/2017 01:03

Para sumar a los que vienen

La generación actual de jóvenes, en gran medida, no ve su participación en las cosas de la Nación, desde las mismas perspectivas que sus padres.

En el escenario actual, en este tímido intento de enfrentar la corrupción, hace falta que los que ocupan posiciones de responsabilidad en la administración pública tengan a bien ejercer ese compromiso para los de ahora y los del futuro. Eso, en un marco un tanto desalentador frente a las perspectivas de poca participación de la juventud en las actividades político-partidarias y electorales. La generación actual de jóvenes, en gran medida, no ve su participación en las cosas de la Nación, desde las mismas perspectivas que sus padres.

Hace unos meses me referí a un artículo titulado ‘Cinco razones por las que podemos vencer la corrupción' (5 Reasons Why We Can Beat Corruption), escrito por Blair Glencorse, en el marco del Foro Mundial Económico del año 2015. El artículo señala que: ‘El objetivo de los millennials no es convertirse en parte del sistema corrupto, sino cambiarlo —para crear una nueva generación que valore la meritocracia sobre la parcialidad y la honestidad sobre la duplicidad'.

Glencorse, fundador y director ejecutivo de The Accountability Lab (El laboratorio de rendición de cuentas), y otros científicos sociales, tienen altas expectativas sobre las posibilidades de esta generación y lo que puede hacer para abrir espacios más transparentes y de mayor rendición de cuentas en el manejo de la cosa pública. Siendo parte de esta sociedad panameña, no estoy muy seguro de que el ambiente y la disposición sea igual que en los países y grupos jóvenes de los ‘laboratorios' o de la Red Global de Jóvenes Anti-Corrupción que maneja Glencorse y que cuenta con más de 45 capítulos en todo el mundo, cuando el liderazgo actual (político, social y cultural) deja mucho que desear.

En su artículo Glencorse resalta las palabras del liberiano Divine Anderson, un joven director de la Escuela de Cine de Rendición de Cuentas, que forma parte del Laboratorio en Liberia. Anderson dijo: ‘Tenemos que hacer lo que la generación de nuestros padres no hizo... así que cuando mueran, la corrupción muera con ellos', una perspectiva determinante que debe hacernos reflexionar sobre nuestros actos y la visión que tiene esta generación sobre nosotros.

En agosto pasado, el Foro de Davos publicó La Encuesta Anual del Global Shapers 2017, cuyos resultados daban cuenta de que al 48.8 % de los millennials del mundo (ciudadanos entre los 18 y 35 años de edad) lo que más le preocupa es el cambio climático. Esta encuesta contó con la participación de 31 mil jóvenes de todo el mundo y se llevó a cabo en 180 países entre el 31 de marzo y el 30 de junio de este año.

Dice Klaus Schwab, fundador y director ejecutivo del Foro Económico Mundial, que: ‘Los jóvenes emiten un llamado a la acción, tanto en temas globales como locales. Destacan que el desafío global más importante de nuestro tiempo es el cambio climático y la destrucción de la naturaleza. Esto es seguido por una preocupación por los conflictos a gran escala y luego por la desigualdad'. Estos tres temas, alrededor del mundo, están influenciados por actos de corrupción.

Como al común de la población nacional, aunque no lo pareciera, muchos eventos actuales me causan molestia. Por ejemplo, las inundaciones que se dan en todo el país; y, particularmente, en la ciudad. Los parlanchines en los medios y en las redes sociales pretenden culpar a la población y tildarla de cochina.

Algo de verdad hay en la conducta poco pulcra de parte de la población, pero conocedores del tema del crecimiento urbano señalan que mucho de lo que sucede tiene que ver con la irregular planificación en lo concerniente a las ocupaciones de áreas en las costas que han interrumpido el flujo de las aguas de lluvia hacia los mares. Toda esa área recién desarrollada en los manglares, cerca de Juan Díaz que dan al mar, jamás había afectado a las comunidades de esos corregimientos como experimentan ahora.

La juventud no participa porque los que tienen que llamar las cosas por su nombre, no lo hacen. Les cuesta involucrarse. Las correcciones no podemos dejárselas a ellos. Muy bien se preocupan por el cambio climático y las otras maldades que esta generación de actores corruptos les está dejando. Corrijamos, para que se incluyan. Es un deber fundamental que les debemos a nuestros hijos y nietos.

COMUNICADOR SOCIAL.

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