• 11/03/2018 01:00

Un ofrecimiento amoral

Porque ese ‘algo' ‘lícito' lo pondría en una posición diez veces superior al promedio de su entorno existencial

Digamos que usted se preparó durante algún tiempo para hacer lo que hace y vivir de lo que vive. ¿Pero si alguien le propusiera algo lícito, ‘rápido' y ‘cómodo' de ganar diez veces más lo aceptaría? Como mencioné la palabra ‘lícito', varias personas aceptarían dicha propuesta muy rápidamente y sin preguntar primero ¿Qué es? Observe que escribí ‘lícito', no moral. Ahora bien, ¿Si alguien le propusiera algo lícito pero AMORAL (desprovisto de toda moralidad) ‘rápido' y ‘cómodo' de ganar diez veces más lo aceptaría? Muchas personas también lo aceptarían y sin preguntar primero ¿qué es?, aunque, obviamente, ya no tantas como la vez anterior. ¿Pero por qué ocurre eso? Porque ese ‘algo' ‘lícito' lo pondría en una posición diez veces superior al promedio de su entorno existencial. Ahora, en un entorno donde la moral es muy tibia, lo único que habría de separarnos de todo lo malo serían las leyes. ¿Pero qué pasaría si las leyes también fueran prohijadas por algunas personas amorales?, muy pronto todo lo malo se volvería lícito. Así es como llegamos a nuestro país.

Digamos que usted acepta esa ‘propuesta amoral' y queda generando ingresos diez veces mayores a los de antes. ¿Acaso usted no se sentiría ungido, favorecido por la suerte o los dioses? La mayoría de las personas sí. ¿En dado caso, le importaría que muchos otros ganen mucho menos? ¿Le preocuparían los problemas de los demás, siquiera para escucharlos? No, o, por lo menos, no como antes. A no ser que usted haya evolucionado espiritualmente demasiado. ¿Pero por qué ocurre eso? Yo le echo la culpa al cerebro primitivo (emociones y supervivencia). Hay una parte nuestra, muy animal y egoísta (depredadora), que nos predispone individualmente a buscar la satisfacción y provecho personal por encima de todo y todos. Por esa actitud, reforzada con la inteligencia, hemos llegado a ser la especie dominante del planeta. Sin embargo, también con esa actitud en muy poco tiempo nos hubiéramos extinguido asesinándonos los unos a los otros. Luego, ¿qué nos hizo sobrevivir, y reinar por encima del resto de las especies?... la sociedad junto a sus códigos morales, religiosos o políticos. El hombre se juntó y estableció, no para andar en manadas, como el resto de los animales, buscando alimentos, sino para constituir una sociedad y generarlos nosotros mismos. ¿Pero, qué pasaría en un país donde la sociedad es débil (está dividida), apática e indolente? Pronto dejaríamos de comportarnos como seres pensantes y asumiríamos conductas animalescas o autodestructivas. Así es como llegamos a nuestro tiempo.

¿Sabe usted cuál es aquella propuesta lícita, pero amoral a la que me refería inicialmente?… nuestra política. Es por eso que los políticos solo piensan en sí mismos y las leyes andan como andan. La pérdida del sentido práctico de la moral, debilitó nuestra sociedad, e intercambió el altruismo por el oportunismo. Por eso no existen líderes sociales, sino depredadores oportunistas. ¿Pero qué pasaría si estas personas potenciadas a la décima, perdieran de pronto todo su poder?… volverían a ser como usted y como yo. En consecuencia, menos dañinas. Se les acabaría gran parte de sus fueros y privilegios, tal y como predica nuestra Constitución. ¿Qué clase de ‘mesías' lograría semejante cosa, y cómo? Digo, sin tirar bala, cerrar calles o inmolarse. En las próximas elecciones, antes de ir a votar, salga un momento de su residencia y observe qué tanto han progresado todos y todo alrededor suyo (en su comunidad, en el país). Luego, en lugar de correr a buscar una papeleta, corra y busque un espejo. Párese enfrente y véalo... allí encontrará al redentor que esperaba, o en el caso más triste, a su peor enemigo durante los próximos cinco años.

INGENIERO EN SISTEMAS.

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