• 11/03/2018 01:03

Cuando todo vale

Van tomadas de la mano la criminalidad callejera; el lenguaje violento con gritos y manoteos en la política partidista

Ante lo que estoy viendo quisiera, y lo digo esperanzada, que los que leen esta columna compartan mis preocupaciones sobre el ambiente nada tranquilizante que está, como amenazante nube gris, posada sobre nuestro Panamá. Y que no solo nos preocupe, sino que intentemos que rayos de luz se abran paso entre esa nube de malos presagios. ¿Hasta dónde pensamos llegar en este desbocado torbellino de pasiones, de ambiciones malsanas, hipocresía, deshonestidad, prejuicios e insultos que la cercanía del proceso electoral de 2019 agudiza aún más? Sin sujeción, van tomadas de la mano la criminalidad callejera; el lenguaje violento con gritos y manoteos en la política partidista; la radicalización y la intolerancia que pretende ahogar la equidad en los derechos humanos. Tanta ofensa brota de cerebros obnubilados, tanta diatriba de gargantas rencorosas, que me pregunto si nos estamos dando cuenta del daño que nos estamos infligiendo individual y colectivamente. En el centro de estas situaciones, da pena decirlo, somos marionetas manejadas por bajunos intereses políticos de los que dicen desear el bien de Panamá, mientras fomentan y profundizan antagonismos con mentiras, calumnias, la descalificación como arma siempre en mano. Políticos que se destrozan entre sí, pero que protegen a sus respectivos delincuentes; que ‘fogonean' pasiones bajas utilizando lo que un amigo querido llama la subcultura, el ‘lumpenato' que les resulta útil como arma de ataque.

En las redes sociales las teclas sueltan insultos de la peor ralea y dejan claro que sus autores carecen de la educación necesaria para criticar con inteligencia o expresar su descontento con argumentos válidos; y toman el camino fácil de la palabra obscena y cero cerebro. El foro de la palabra airada y vacía de razonamiento es torrente incontenible, especialmente en el tuiteo, del que se sirven los ‘call centers', que prostituyen la opinión amparados en el anonimato. En la cantera de insultos carentes de ingenio y agudeza, me resulta un contrasentido que muchos, muchísimos ardientes defensores del valor de la familia, enarbolando la religión como estandarte, y a Dios en invocaciones contra los ‘pecadores y degenerados' que no comparten sus mismos criterios sobre los temas del momento, son los que más rebajan la dignidad de los homosexuales al restarles todas las cualidades que puedan tener como ciudadanos trabajadores, profesionales, buenos hijos, etc. También algunos promatrimonio (o unión) igualitario ofenden a los que están en la línea de ‘la involución', que en magnífico artículo expone el doctor Aristides Royo (La Estrella de Panamá, 8/3/2018). Intolerancia irracional.

Como considero que mi fe no es asunto de nadie sino mío, muy íntimo, creo en la libertad de culto, en respetar todas las religiones y en que cada quien la practique a su manera. Que se acuda a la oración y se busque consuelo espiritual en momentos de tribulación, me parece muy bien, si en ello se encuentra paz y fortaleza dentro o fuera del templo. Por esto sumo a mi preocupación que se incursione en política con la Biblia en la mano persiguiendo lo que los equipara con los políticos tradicionales: ganar el poder, gobernar. Y veo, con asombro, que la Iglesia católica camina en yunta, ¡qué paradoja!, con los que niegan a la venerada Virgen María; con los que la acusan de ser ‘adoradores de estatuas', de ‘vendedores de talismanes religiosos' (rosarios, escapularios, etc.). ¿Será que las altas autoridades eclesiásticas no han visto estas acusaciones en redes sociales; o la infamia de algunos de su grey para atacar a los que no piensan como ellos? ¿Hay amor al prójimo en varios carteles despiadados que vi en la marcha de hace unos días, entre ellos el que decía: ‘Hombre + hombre= Muerte'? A eso ha llegado el movimiento ‘salvaguarda' del valor de la familia que desestima que el gay es hijo, hermano, tío, ¡un ser humano! Pero bueno, el mensaje que recibo es que todo vale contra el matrimonio igualitario y el Programa de Salud Reproductiva y Educación Sexual. En estos momentos no parece prioridad ni en religiosos ni en políticos (oportunistas que abundan) tomar posiciones ante el desbarajuste en el sistema de justicia, la magnitud de la corrupción con fondos del Estado, la protección de un indecente fuero electoral, la crisis en el agro, pobreza, criminalidad y otras lacras sociales. Y esto lo aprovechan los inescrupulosos que ‘pescan en río revuelto'. Ojalá que el buen juicio, la sensatez, el deseo de un país en paz nos haga entender que defender nuestros derechos y principios se puede, y se debe hacer, sin traspasar los límites del respeto y la tolerancia. No lo estamos haciendo, estamos jugando con fuego. Usted y yo compartimos esta responsabilidad.

COMUNICADORA SOCIAL.

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