• 14/04/2018 02:03

Educación de tres pisos: soporte del colonialismo interno

Esta elemental función, no ha estado siendo cumplida por ninguno de los Gobiernos de los últimos 30 años.

Todo sistema educativo tiene esencialmente dos funciones, una de carácter instrumental y la otra de carácter histórico estructural.

En la primera, se trata de solventar problemas mencionados a diario por muchos ciudadanos: que si la cobertura, que si el 6 % del PIB, que si las infraestructuras deterioradas, en fin, lo que conduce al logro de los aprendizajes necesarios para insertarse con eficiencia en los mercados de trabajo.

Esta elemental función, no ha estado siendo cumplida por ninguno de los Gobiernos de los últimos 30 años. Resulta una ironía, toda vez que los multimillonarios recursos destinados a este sector, han sido sistemáticamente desviados hacia la satisfacción de pingües ganancias de inversionistas de la construcción, (construcciones de nuevos edificios cuando la mayoría requiere de mejoras y con menores montos de inversión) del comercio importador (¿hacia dónde se dirigen los gastos de la beca universal de los no pobres que la reciben y quiénes son los dueños de esos artículos adquiridos?) además del Programa de aprendizaje de idiomas en el extranjero de dudosa eficiencia y costo-efectividad, entre otros gastos superfluos de magnitudes escandalosas en el Meduca del que grupos de empresarios sacan provecho privado.

La segunda gran misión de la educación está en el plano del tipo de ciudadano que se forma (o deforma) para ser parte de un determinado tipo de economía y orden político jurídico. En Panamá, experimentamos un colonialismo interno en el cual se asignan roles a los pobres para que lo sigan siendo, mientras los hijos de las élites domésticas aprenden a emplear los mecanismos que mantienen sometido a aquellos.

Así, se observa una educación que cumple con esa misión, pero con base en tres pisos, o sea de manera diferenciada de acuerdo al origen social de la población.

Pues bien, a los que se les permite acceso a una educación instrumental precaria, que actualmente son la mayoría de los pobres, vienen a ser parte de un primer piso del edificio de la educación panameña, lo que no ocurre de manera inocente, sino que es provocada por los grupos económicos y políticos que han conducido nuestro sistema educativo.

En el segundo y tercer piso, si se hace efectiva la primera función instrumental, con una particularidad, uno de estos pisos es para formar a los hijos de las élites económicas y políticas, para que sepan ejercer poder y dominio sobre las instituciones y empresas privadas y públicas y el otro piso, destinado a educar a quienes no provienen de las familias adineradas, pero resultan profesionales y operarios cualificados ‘talentosos' con capacidad para ingeniar las formas que hagan más ricos a los ya ricos.

Se trata de garantizar a través de la educación, que ‘los de abajo' no tengan oportunidades reales de ocupar los puestos de mando y menos, para aplicar políticas y medidas a favor de las clases sociales de donde provienen, que son mayoritarias.

Por lo demás, todo está administrado bajo un currículo que conduce a las personas a ver como algo natural y conveniente a la relación mercantil totalizadora, esa que se fundamenta en la ética del ‘sálvese quien pueda' y no en la solidaridad humana; esa que considera los derechos humanos fundamentales de la salud, la educación, la vivienda o el ambiente como meras mercancías, donde tendrá derecho a ellas quien pueda pagarlas, o sea, accesible solamente a la parte alta de la clase media y a las élites que nos dominan. No por azar se han hecho desaparecer asignaturas y ejes temáticos humanísticos, en las últimas ‘transformaciones curriculares'.

Por tanto, una educación con equidad, implicará derrumbar el edificio de tres pisos que sostiene la reproducción del capital cultural e intelectual del colonialismo interno y convertirlos en uno con la mejor condición posible: Sacando al Meduca de las garras de los(as) mercaderes que han estado haciendo fortunas personales, además de devolverle la función de formación humana integral desaparecida en los currículos escolares y universitarios. Para esto, la participación organizada de los docentes a nivel nacional es crucial, lo mismo que la participación de los padres de familia y estudiantes organizados-lo que hoy se conculca por las autoridades-la cual debe impulsarse desde los centros escolares, para evitar la manipulación de la que hoy son objeto por parte de las élites políticas y económicas.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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