• 02/09/2018 02:03

Universidad de Panamá: breves consideraciones en torno al ‘núcleo común'

La enseñanza de las humanidades es una de las bases del cultivo del pensamiento crítico, por ende creo que hay que mantener su apoyo

En los últimos meses he visto varios colegas profesores, a quienes admiro y respeto, esgrimir posiciones encontradas frente al tema del núcleo común y un currículo con énfasis humanístico en la Universidad de Panamá, a raíz de la demanda de inconstitucionalidad presentada por las autoridades universitarias a la ley que lo establece. Frente a este debate, que efectivamente se ha planteado de manera dicotómica entre, autonomía universitaria, por un lado, y enseñanza integral, por el otro, propongo unas breves consideraciones para imaginarnos las posibilidades y limitaciones de reformar la enseñanza universitaria más a fondo:

1. La enseñanza de las humanidades es una de las bases del cultivo del pensamiento crítico, por ende creo que hay que mantener su apoyo. Sin embargo, tal como está diseñado el ‘núcleo común', no es correcto. Creo que hay que reformarlo. Hasta el momento, más que ser un núcleo común de enseñanza humanística (a la usanza de las ‘liberal arts' en las universidades anglosajonas) es un ‘núcleo preuniversitario', destinado en gran medida a subsanar fallas del sistema de enseñanza media. Sin duda alguna, nos encontramos cada vez más con el problema del manejo del español que los estudiantes entrando a su primer año de enseñanza superior están evidenciando. Particularmente crítica es el área de lectura comprensiva.

2. El llamado ‘núcleo común' debería pasar a ser un ‘núcleo interdisciplinario' que involucre la movilidad del estudiante y no solamente la asignación de profesores de servicio en otras facultades. Por ejemplo, los estudiantes deberían tener la obligación de tomar de 8 a 10 créditos de un currículo interdisciplinario, incluyendo al menos un idioma adicional al español de manera comulsoria. Así, un estudiante de derecho podría tomar un curso de antropología o historia en la Facultad de Humanidades con compañeros de distintas facultades, que supondría un verdadero intercambio de opiniones y experiencias, o uno de medicina podría tomar una clase de teatro o música en la Facultad de Bellas Artes, y una de economía una clase de relaciones internacionales en la Facultad de Administración Pública, o derechos humanos, derecho internacional público o ciencia política en la Facultad de Derecho.

3. El actual núcleo común que sirve para adecuar a estudiantes que traen falencias (español, historia de Panamá, matemáticas y demás) al nivel universitario, debería poder tomarse en el último año de enseñanza secundaria, trasladándose los estudiantes a la UP (campus y sus centros regionales) los sábados, por ejemplo, o en el verano (enero-abril) antes de entrar a su primer año.

4. Todas las universidades a través de una ley de educación superior universitaria particular, impulsada por la Universidad de Panamá, deberían estar en la obligación de introducir estos cambios. El que no lo haga, no puede seguir llamándose Universidad (que implica un cúmulo de saberes de manera integral, de ahí la palabra latina universitas ) y tendría que pasar a llamarse Instituto Técnico (ofreciendo solamente títulos de técnicos). Esto tendría el doble propósito de garantizar la educación integral y universal que los colegas defensores del núcleo común con mucha razón esgrimen, y por otro lado, tratar el tema de la competencia desleal en materia académica que algunos colegas detractores del núcleo genuinamente tienen, frente a ‘universidades' que gradúan estudiantes en áreas complejas del saber en pocos años y con una calidad cuestionable.

5. El estudiante que ya tiene un título universitario previo no tendría que tomar nuevamente el núcleo interdisciplinario (salvo que quiera).

En definitiva, estas breves consideraciones no pretenden resolver todos los problemas que podemos encontrar en la educación superior actual, solo van dirigidas a la necesidad urgente de una sociedad con más abogados que sepan de arte, médicos que sepan de historia, administradores que sepan de educación física, o arquitectos que sepan de poesía y todo se puede lograr dentro del marco de seguir manteniendo estándares rigurosos dentro de las disciplinas básicas de la titulación de cada quien. Solo ciudadanos y profesionales con pensamiento crítico, expuestos a una educación integral, y no autómatas particularistas podrán asegurar el futuro de la nación.

EL AUTOR ES PROFESOR DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ, ACTUALMENTE INVESTIGADOR DOCTORAL DEL KLAU CENTER FOR CIVIL AND HUMAN RIGHTS DE LA UNIVERSIDAD DE NOTRE DAME (SOUTH BEND, INDIANA, EE.UU.).

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