• 02/03/2019 01:03

La información de los precios

La información que transmite el sistema de precios incentiva a los consumidores de un bien o servicio a racionar la cantidad demandada en función del precio

Aunque incomprendido, difamado y popularmente menospreciado, el sistema de precios generados en el libre intercambio del mercado cumple función social esencial sin la que es imposible la civilización. Las transacciones voluntarias de las personas generan precios, y proveen información valiosa a todos los participantes en el mercado. Por ejemplo, un alto precio del pan con altos márgenes de utilidad para el panadero, informa que las personas están necesitando más pan del que actualmente se está ofreciendo. Esta información sirve a los panaderos para ampliar su producción, y también invita a que más personas decidan incursionar en el negocio de la panadería, puesto que los altos márgenes atraen la inversión. En cuestión de tiempo, habrá más pan a disposición de los consumidores.

La información que transmite el sistema de precios incentiva a los consumidores de un bien o servicio a racionar la cantidad demandada en función del precio. A mayor precio, los consumidores del bien tenderán a reducir su consumo, incluso buscarán bienes sustitutos. Por ejemplo, si aumenta mucho el precio de la carne de res, las personas comenzarán a reducir su consumo relativo de carne y a reemplazarla con pollo o pescado. Por otro lado, el sistema de precios informa a los empresarios sobre qué deben ofrecer al público y en qué cantidades. En el ejemplo anterior, la creciente demanda de pollo y pescado indicará a los oferentes de estos bienes que deben aumentar las cantidades disponibles, para satisfacer la creciente demanda.

Así, los precios transmiten información sobre qué está requiriendo la población, y sobre la abundancia y escasez relativa de cada bien o servicio ofrecido en el mercado para satisfacer las necesidades de la población. Las personas en la sociedad ajustan su actividad económica como productores y como consumidores, en función de la información así recibida. ¿Qué pasa cuando se interfiere con el sistema de precios? Irremediablemente, cuando se introducen interferencias en el sistema de información de la economía, las personas comienzan a tomar decisiones basadas en información falsa, lo que trae consecuencias negativas. Por ejemplo, digamos que el gobierno decide regular el precio del pan para mantenerlo artificialmente bajo. Al nuevo precio fijado, que está por debajo del precio de mercado, los consumidores de pan están dispuestos a consumir más del que está disponible en el mercado, mientras que por otro lado los panaderos no tienen el incentivo a buscar mecanismos para aumentar la oferta, especialmente si ello implica mayores costos. El resultado será la escasez de pan.

Otra manera de interferir con el sistema de precios es mediante el establecimiento de subsidios. El subsidio al consumo ocurre generalmente cuando el estado fija para un bien determinado, un precio por debajo del precio de mercado, e indemniza al vendedor con la diferencia entre el precio al consumidor y el precio que tendría el bien en el mercado si no mediase la intervención. En Panamá un ejemplo de esto lo constituye el subsidio al gas licuado para uso doméstico en el tanque de 25 libras. Cuando el sistema de precios es intervenido por medio de subsidios al consumo, se generan varias consecuencias negativas. Por un lado, los consumidores no racionan debidamente su consumo del bien subsidiado. Por otro lado, se deja de transmitir la señal de buscar bienes sustitutos.

El caso extremo de interferencia en el sistema de precios lo es el sistema socialista, en que no hay propiedad privada del capital y por tanto no puede haber un sistema libre de precios (este presupone un intercambio voluntario entre personas que son propietarias de las cosas que están intercambiando). Los resultados, visibles hoy en Venezuela, incluyen largas colas para comprar pan, pollo, leche, papel higiénico o cualquiera de las cosas más básicas que usted da por sentadas, y eso, cuando se consiguen, que cada vez es menos frecuente.

El sistema de precios es una maravilla. Aunque puede parecer contraintuitivo, el ánimo de lucro de las personas junto al libre intercambio voluntario, permite la división del trabajo que promueve una creciente eficiencia en la satisfacción de las necesidades humanas. Y todo ello sin una planificación central hecha por un comité de expertos. Se logra simplemente con las interacciones voluntarias entre personas libres, realizadas diariamente en el mercado. Cuando por cualquier razón se interfiere con ese sistema para lograr fines de corto plazo, se genera distorsiones que conducen a pérdida neta de bienestar social.

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