• 13/05/2019 02:00

‘Pero muchachos... ¡Si ellos se quieren!'

¡Nadie levantó la mano! A diferencia de otros casos terribles que defendimos, como el del ‘hombre del petate'

Recuerdo claramente la imagen de nuestro profesor de Derecho Penal, Secundino Torres Gudiño, un afroantillano alto, de pelo enrulado repleto de canas, voz poderosa, vestido impecablemente, frente a nosotros, sus alumnos, tratando de convencernos de que lo ayudáramos en un caso de un crimen cometido por un homosexual contra otro. El asunto sucedía a principios de los años setenta, en la recién inaugurada Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá, y tenía que ver con la obligación que teníamos los estudiantes de asistir en casos tomados por el Consultorio de Asistencia Legal gratuito, creado por nosotros, la primera Junta Directiva de estudiantes de la Facultad, a un costado de la Cárcel Modelo en el Barrio del Chorrillo.

¡Nadie levantó la mano! A diferencia de otros casos terribles que defendimos, como el del ‘hombre del petate', violador en serie que llevaba un petate bajo el brazo para acostar a sus víctimas (se presentó hace pocos años a mi oficina para saludar a ‘su abogado'. No lo recibí), o de un asesino en serie de la época, este no tuvo buena acogida entre los estudiantes. Y es que en aquella época la homosexualidad era vista como un crimen mayor, asunto fuera de las reglas naturales de la humanidad. Y aquel asesinato, cometido en una parada de buses, en donde un homosexual había arremetido cuchillo en mano en contra de otro, dejándolo tendido muerto en el suelo. Secundino, que nunca había tenido problemas en reclutar a asistentes para sus casos, se encontró frente a una muralla en este. Entonces trató el argumento sentimental: ‘¡Pero ellos se quieren, muchachos! ¡Fue un crimen pasional! No los vean como sujetos raros, sino como personas similares a nosotros, solo que un poco diferentes'.

Hoy, cada vez que leo en periódicos, internet, revistas, o escucho televisión debates sobre la homosexualidad, recuerdo a mi querido profesor, macho de muchas mujeres, quien nos confesó que se crió a punta de plátanos en el Darién y llegó a su posición de catedrático con esfuerzo y voluntad. Fue un personaje ‘folclórico' de su época al que seguro algunos abogados viejos, como yo, recuerdan con cariño y respeto. Yo, hijo de mi época, mantuve por años estos perjuicios hacia estos hombres y mujeres ‘diferentes', hasta que un día leí un artículo científico que justificaba su manera de ser.

Por supuesto, quien me lee y juzga con argumentos religiosos o filosóficos, o imitando las costumbres establecidas, no les va a gustar lo que voy a argumentar. Yo mismo lo pensé mucho antes de decidirme a escribir estas letras, sabiendo que quizás no sería comprendido. Pero me atrae la controversia y también aspiro a asistir a que la humanidad avance y desaparezcan de una vez por todas las penumbras de épocas medievales y oscuras.

Según estudios científicos modernos, basados en estudios del genoma humano, no existen solo dos sexos: hembra y macho. No obstante, aunque esto sucede en la mayoría de los casos, existen personas cuyo instinto sexual está dirigido a personas de su mismo sexo; no por escogencia sino por deseos internos, inconscientes, que nada tiene que ver con su voluntad. A través de la historia, culturas que consideramos ‘primitivas' aceptaban esto y tenían una posición social para estos individuos particulares. En India, por ejemplo, los ‘Hijras' son reconocidos oficialmente como un tercer sexo dándoseles cualidades cuasidivinas. En otras culturas, incluyendo una en Panamá, eran asignados para iniciar en la vida sexual a los jóvenes. Muchos dioses de la antigüedad eran hermafroditas, incluyendo el hijo de los dioses griegos Hermes y Afrodita, que creó ese nombre ‘hermafrodita'.

No quiero convencer a nadie de que esto es normal y me excuso si he ofendido a alguien. Solo deseo sembrar curiosidad en nuestras mentes para que estudiemos más sobre el tema y no nos basemos solo en conceptos y libros religiosos (en la Biblia se describen actos de homosexualidad) o en filosofías viejas. Creo que la que nos dará el veredicto final será la ciencia, que se adentra ya al estudio de nuestros genes y estructuras internas. Allí, sin influencias de ideas sin base científica, encontraremos la verdad. Entonces, ojalá que los ‘Secundinos' del futuro puedan encontrar más fácilmente voluntarios que defiendan a estos congéneres diferentes a la mayoría de los seres humanos.

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