• 26/01/2020 00:00

Nueva luz de Dios

Aunque la secta en cuestión no es reconocida oficialmente por la madre original, cuya sede no ha sido revelada con transparencia, se sustenta en los mismos principios de salvación eterna...

Lo ocurrido en la comunidad Ngäbe-Bugle, El Torreón, como es natural, estremeció la conciencia de los panameños, de todos los sectores. Pero también despertó la curiosidad del mundo entero. Una vez más.

Desde hace buen rato somos protagónicos de primera línea de por lo menos de tres columnas en los diarios de los cuatro puntos cardinales del planeta. Nos hemos acreditado titulares poco envidiables, no en uno sino en todos los idiomas. En inglés sería “Religious sect kills seven people in Panama”. En francés: “Secte religieuse tue sept personnes au panama ". En alemán: “Religiöse Sekte tötet sieben Menschen in Panama”.

Titulares de ese tenor desencadenaron la masacre del 9 de enero de 1964, el golpe de Estado de 1969, el asesinato de Omar Torrijos en 1981, las movilizaciones de la Cruzada Civilista de 1968, la invasión estadunidense de 1989, el asunto Odebrecht, de los mal bautizados “Papeles de Panamá”, de los recientes enjuiciamientos de políticos por corrupción, de las acusaciones de paraíso fiscal y lavado de dinero, de las listas grises y “negras”, de la captura de unas cuantas toneladas de cocaína [no toda] a su paso por Panamá, de las bases militares encubiertas en la frontera con Colombia, de balaceras en los barrios pobres, qué se yo. Todas esas noticias nos dan notoriedad internacional.

¿Recuerdan a Jim Jones, pastor de la secta Templo del pueblo, un psicópata inductor de la autoinmolación de 912 de sus seguidores, entre ellos 300 niños, en 1978, en la antigua Guyana británica, hoy República Cooperativa de Guyana?

Ahora se agrega, a la larga lista de noticias estelares, originadas en Panamá, la emergencia de una serie autóctona de “Jim Jones”. Aunque la “Nueva luz de Dios” [así se llama la secta en cuestión] no es reconocida oficialmente por la madre original, cuya sede no ha sido revelada con transparencia, se sustenta en los mismos principios de salvación eterna por conversión, militancia inducida-compulsiva, aportes económicos “voluntarios”, ingredientes comunes a otras corrientes evangélicas.

¿Algunos promotores del turismo extremo, mejor conocido en la industria del entretenimiento como “reality shows”, si los hubiere, tendrían motivos más que suficientes como para alegrarse de semejante publicidad gratuita, por aquello de habla mal de mí, pero habla?

Debemos tomar en cuenta que lo morboso y truculento son ofertas tan atractivas para algunos seres humanos que Panamá eventualmente podría ser para el turismo, dada su conectividad, como la montaña rusa con una bala en la recámara.

Siempre he tenido aprensiones respecto a la ignorancia inculcada a los pueblos, a la manipulación del pensamiento mágico ancestral en la era del conocimiento, a la inducción de conductas psicóticas colectivas con fines de lucro. Creo que la corporeización de la fe sustentada en el saqueo de los bolsillos de la gente humilde es un crimen de lesa humanidad.

Pero mucho más devastador que la corporeización de la fe es el daño que provoca en el cerebro humano la inhabilitación para ejercer el criterio y pensar con libertad.

Escritor y periodista
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