• 09/02/2020 04:00

Renuncias forzadas y acción gubernamental

Los renunciamientos no son propios en la administración pública, por la idea de que el despido es ofensivo e indignante. Para algunos se produce cuando la ineficacia gana el suficiente espacio con resultados perniciosos que no ayudan en la gestión, para otros es la forma como se sustrae al funcionario cuando la renuncia no es parte del pensar ni del actuar de él.

Los renunciamientos no son propios en la administración pública, por la idea de que el despido es ofensivo e indignante. Para algunos se produce cuando la ineficacia gana el suficiente espacio con resultados perniciosos que no ayudan en la gestión, para otros es la forma como se sustrae al funcionario cuando la renuncia no es parte del pensar ni del actuar de él. Es el caso que hay quienes se aferran a las posiciones, aún cuando tienen conciencia de que la labor realizada no es satisfactoria. Precisamente son esos los que prefieren que los boten para dejar en claro que se actúa en su contra. De allí aquello: “No voy a renunciar, prefiero que me boten”.

No obstante, independientemente de lo anterior hay situaciones que producen obligadamente la renuncia del funcionario y de la misma manera el despido. Hay igual renuncias que son despidos disimulados.

El Gobierno nacional, todavía sin encontrar el camino, ha sido blanco de acciones que lo ponen entredicho y dan cuenta de una incoherencia interna que tiene necesariamente que reexaminarse para lograr la solidez para gobernar.

La forzada renuncia de la procuradora de la Nación por las revelaciones comprometedoras aparecidas en los VarelaLeaks, principia una serie de actos que dan un golpe certero a figuras y por supuesto al Gobierno. Si bien la relación de la procuraduría fue estrecha con el Gobierno anterior, su periodo habría de terminar con el de Laurentino Cortizo. Y muy a pesar de que se planteó que no era interés del “Buen Gobierno” que cesara del puesto, tarde o temprano se daría la separación. Los VarelaLeaks ayudaron al Gobierno a quitarse de encima ese problema.

Seguidamente el despido del defensor del Pueblo de parte de la Asamblea Nacional, se añade como un elemento interesante en los despidos y las renuncias.

Ahora, con la evasión de Gilberto Ventura Ceballos, el panorama sigue con el tono grisáceo, provocando la repulsa nacional, con señalamientos directos a los ministros de Seguridad y de Gobierno. Desde luego la seguridad viene a constituir uno de los sentidos problemas de la sociedad nacional. Digamos que la población no advierte ni siente los efectos de una estrategia de seguridad, muy por el contrario sí, el éxito que en las calles tiene la delincuencia.

Las duras críticas a la gestión de esos ministros revelaba que no habían encontrado la senda y que pensando tal vez, que con las apariciones en la televisión resolvían, no tuvieron en cuenta que las elucubraciones teóricas no eran la solución, sino que urgía un plan para atender el flagelo de la delincuencia. Una cosa es clara que del 1 % de los desalineados en el Gobierno no se encontraban esos ministros. La propia realidad obligó y diría un poco tarde a tomar medidas con la destitución de los ministros de Gobierno y la renuncia del de Seguridad. En verdad Ventura Ceballos, despidió a un ministro e hizo renunciar a otro.

A pocos meses de gestión del Gobierno de Laurentino Cortizo se han dado acontecimientos que dan fe de que debe cambiar el paso, porque el futuro puede ser incierto.

Docente universitario.
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