• 12/03/2020 04:00

Claroscuros de la realidad en la creación literaria

La vida despliega a diario sus imprevisibles velas. A veces, uno se deja llevar y sobre la marcha va improvisando; o lo que es lo mismo, viviendo.

La vida despliega a diario sus imprevisibles velas. A veces, uno se deja llevar y sobre la marcha va improvisando; o lo que es lo mismo, viviendo. Otras, hacemos planes y tratamos de ser consecuentes. Puede que funcione, puede que no. Pero ahí vamos tirando. Cada día una brega, un logro o una derrota. O puede que no pase nada, absolutamente nada que valga la pena tomar en cuenta, lo cual puede llegar a ser bastante normal.

Pero cuando pasan cosas significativas, rescatables, situaciones sencillas o complicadas, puede que seamos o no los verdaderos protagonistas. O al menos testigos de lo que le pasa a otros. Y entonces, de una manera u otra, van surgiendo historias. Historias tristes o alegres, no pocas veces absurdas, pero algunas de ellas quizá realmente interesantes que merezcan ser testimoniadas. O lo que es lo mismo, que ameriten ser contadas. ¿Y quiénes cuentan historias? Cualquier persona sensible, observadora e imaginativa. Pero obviamente, sobre todo los periodistas y los escritores.

Los primeros investigan los sucesos, entrevistan, hacen fotos, toman notas, al final cuentan lo ocurrido tratando siempre de serle fiel a los hechos. Los segundos profundizan en las vivencias percibidas o vividas en carne propia, o bien inventan lo que no fue posible saber de cierto o lo que faltó vivir, tratando de que suene tan real o más que lo real verdadero. Para ambos el uso efectivo del lenguaje resulta fundamental. Para ello, uno y otro narra, describe, reflexiona, procurando hurgar en la materia prima de la realidad.

¿Por qué lo hacen? ¿Por qué escriben? Porque los dos necesitan indagar los claroscuros de la realidad mediante la escritura, cada cual a su modo. El periodista, al reportar hechos de interés que por su particular significación social deben ser conocidos por el público; el escritor, porque la experiencia real —la propia y la ajena— y los fecundos vuelos de la imaginación, se complementan hasta formar una sola entidad creíble que debe sugerirle al lector una realidad tan verosímil como la experiencia real, de tal manera que, con suerte, resulten indiferenciables. Y por supuesto, en estos tiempos en los que la complejidad, la vertiginosidad y la fragmentación de las vivencias humanas tienden necesariamente a hacer más densa, híbrida y retadora la vida misma, lógicamente la experiencia literaria pretende reflejarla.

Todo cuento es una obra de ficción que contiene, por naturaleza, una o varias historias abiertas o encriptadas en las que mediante la articulación de un cierto entramado se van develando, en mayor o menor grado, situaciones, atmósferas, personajes, conflicto y algún tipo de desenlace. A veces es la situación o la atmósfera o incluso la acción lo que predomina en la trama de la historia planteada; en otras ocasiones son los personajes los que por su singular protagonismo van marcando la pauta.

En todo caso, de lo que se trata es de mostrar al lector una realidad que, ya sea porque le es consubstancial o, por lo contrario, porque le resulta nueva y sugerente, le va develando aspectos novedosos de la vida. Aspectos con los que podrá estar de acuerdo o que pueden despertar su contrariedad o incluso su antipatía, pero nunca dejarlo indiferente cuando el escritor tiene genuino talento.

En Panamá han ido surgiendo en años muy recientes nuevos cuentistas como Maribel Wang González, Pedro Crenes Castro, Nicolle Alzamora Candanedo, Gerardo Bósquez Iglesias, Gloriela Carles Lombardo, Héctor Aquiles González, Gilza Córdoba, Marco Ponce Adroher, Cheri Lewis, Eduardo Jaspe Lescure, Olga de Obaldía, Dionisio Guerra, Ela Urriola, María Laura de Piano, Dimitrios Gianareas, Danae Brugiati Boussounis, Arturo Wong Sagel, Eyra Harbar, Leocadio Padilla González, Blanca Montenegro, Osvaldo Reyes, y media docena más de nuevos narradores de ficción breve cuyos aportes a las Letras Nacionales es necesario estudiar y promover, ya que crean con imaginación y precisión semántica admirables, con gran originalidad e independencia de criterio. Cada quien tiene publicado ya entre uno y tres libros de cuentos, y no pocos han obtenido meritorios premios literarios.

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