• 05/04/2020 00:00

Somos animales sociales

“[…] no tenemos otra opción que cumplir las disposiciones sanitarias establecidas […] y quedarnos en casa. Pero […] el experimento […] con el distanciamiento social y la educación virtual no debe convertirse en algo permanente”

El distanciamiento social para disminuir la propagación del COVID-19 significa que debemos limitar nuestra interacción con otras personas tanto como sea posible. Tal vez la mayoría encontraremos esto increíblemente difícil. El economista Gary Becker hizo toda su carrera estudiando el comportamiento humano, incluyendo gustos, preferencias y adicciones. ¿Y adivinen qué decía Becker es la cosa más adictiva del mundo? ¡Gente! Somos, en esencia, animales sociales, con lo cual debemos preguntamos qué tipo de animales seremos una vez termine esta cuarentena y hayamos estado sin socialización por varias semanas o meses.

Una manera de averiguarlo sería reflexionar sobre uno de los mayores cambios que está sucediendo en estos momentos y tiene que ver con la educación y el aprendizaje remotos. Como todos saben, las escuelas y universidades han sido cerradas, y no somos tan optimistas de que la educación virtual sea tan exitosa. Y la razón es por experiencia personal. Gran parte del valor agregado de la educación es lo que se llama el efecto del entrenador, eso que se necesita para motivar a los estudiantes. Probablemente la mejor decisión que tomamos cuando éramos profesor universitario fue prohibir durante un semestre el uso de computadoras portátiles y teléfonos celulares en la clase. Los resultados fueron milagrosos. De repente todos prestaban atención y se concentraban en vez de distraerse siguiendo las redes.

Por supuesto, la educación virtual tiene sus beneficios y es menos costosa. Pero una clase presencial es mucho más eficiente para el aprendizaje que simplemente grabar un video y luego reproducirlo. El mayor valor agregado de un profesor es sentarse con el estudiante y revisar sus trabajos de investigación o aclarar sus dudas.

Muchas universidades ya han invertido mucho tiempo y una buena cantidad de dinero subiendo cursos en línea. Existen también muchas otras empresas, como Coursera, que tienen plataformas robustas y representan una alternativa práctica para la enseñanza. Pero si hay algo que disfrutamos y apreciaremos el resto de la vida sobre nuestra educación es la experiencia que tuvimos interactuando y socializando, tanto con profesores como los demás estudiantes. Si solo se enseñaran hechos, sería fácil aprenderlos desde casa. Incluso se podría argumentar que es mejor en línea, porque se pueden incorporar materiales de video y otras herramientas disponibles en la nube. De nuevo, si lo que se quiere enseñar es cómo hacer una tarea o cómo plantear una pregunta interesante y obtener una respuesta científica, pensamos que se puede hacer tan bien en línea como en el salón de clases.

Pero si estamos hablando de capacitar a los estudiantes sobre métodos para pensar cómo escribir un ensayo, hacer una investigación, balancear una ecuación de óxido reducción o fijar el precio de una empresa de capital privado, eso sí requiere mucha más ida y vuelta, mucha más interacción y más socialización. Y sospechamos que esa es la razón de fondo por la que todavía existe el modelo tradicional universitario. Simplemente es irremplazable. Siempre decíamos a nuestros alumnos que estábamos allí con ellos para enseñarles a cómo pensar, porque tal vez lo que aprendían no sería relevante en 5, 10 o 20 años. Pero si sabían cómo pensar, podían resolver cualquier problema durante su vida.

Cuando un profesor enseña en un aula de clase, al frente de estudiantes y con un pizarrón, reacciona a sus alumnos igual como un atleta profesional reacciona a su barra. Observa sus caras, escucha sus preguntas y aclara sus dudas. Y muchas veces se le prende el foco en medio de la clase, algo que es imposible que suceda en línea, aunque vea sus caras en la pantalla plana. Simplemente, no es lo mismo.

La socialización es clave en todos los niveles de la educación. Independientemente de que algunos sistemas de educación son muy criticados por no generar los mejores resultados en las pruebas internacionales comparables de matemáticas, ciencias y lectura, no hay lugar más adecuado para aprender a socializar que la escuela. Y no es c

oincidencia que muchas empresas contratan su personal en base a sus habilidades sociales, más que por sus aptitudes académicas. Por eso es importante que, desde una edad temprana, a los niños se les enseñe a hablar, interactuar y discutir. Y esto se perderá si pasamos por completo a la enseñanza virtual desde el hogar.

Por ahora, no tenemos otra opción que cumplir las disposiciones sanitarias establecidas por las autoridades y quedarnos en casa. Pero insistimos que el experimento que estamos realizando con el distanciamiento social y la educación virtual no debe convertirse en algo permanente. No solo se trastocaría la eficiencia en la educación, sino que mataríamos también de una estocada al animal social que llevamos por dentro.

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