• 11/05/2020 00:00

Sistema Único de Salud o lecciones no aprendidas del COVID-19

Hace algunos días, circuló por las redes virtuales el resultado de una entrevista sostenida entre un representativo de la firma ideológica económica neoliberal denominada Indesa y el Dr.

Hace algunos días, circuló por las redes virtuales el resultado de una entrevista sostenida entre un representativo de la firma ideológica económica neoliberal denominada Indesa y el Dr. Xavier Sáez Llorens. Algunas afirmaciones hechas fueron posteriormente negadas, sospecho que por sus tonos que sonaban a cinismo fascista.

Sin embargo, en mi modesta perspectiva lo más rescatable de tal coloquio fue su fase final cuando el señor de Indesa, interrogó al Dr. Sáez Llorens respecto de las diferencias abismales en los resultados del manejo de la pandemia entre Panamá y Costa Rica, esta última siendo uno de los pocos modelos de gestión exitosos en todo el continente americano. La respuesta del asesor de la comisión técnica médica gubernamental fue contundente al afirmar que Costa Rica “tiene un modelo de salud pública más sólido que Panamá (…) modelo único de atención. Acá tenemos tres sistemas y cada uno por su lado”. Pareciera que el Dr. Sáez Llorens llegó a esa conclusión tardíamente, pero no voy a discutir la razón; lo aplaudible es que lo haya manifestado con la seriedad del caso.

Con pruebas estadísticas de 138 países, ya habíamos revelado la relación entre sistemas de salud y potencia del COVID-19 hace más de un mes, llegando a la conclusión de que allí donde más robusta está un sistema que sea único, menos fuerza tiene el virus para vapulear a la población (La Estrella de Panamá, página de Pensamiento Social, 5 de abril, 2020).

Ese reconocimiento es un primer paso, y de veras que es importante. El asunto viene después, porque si se aprende esta lección dada en tiempos de pandemia, pero no se reconoce que un sistema de salud único no se alcanza sin una fuerza social popular que lo impulse, que lo abandere, a todo nivel -incluido en el constitucional- solo se aumentarán las frustraciones o seguiremos con autoengaños, como cuando al inicio de la epidemia los voceros de OPS-OMS en Panamá dejaban la idea de que nuestro país era modelo de control epidemiológico en el área centroamericana y del Caribe, cuando las probabilidades de control exitoso que tiene un país con sistema bicéfalo -como el nuestro- “cada uno por su lado” como dijo el Dr. Sáez Llorens-era de 40 % (negativo) hace un mes atrás (Pinnock, 05/04/2020).

Quizá podríamos excusar a quienes no veían esta dimensión social del problema entre las autoridades de salud, porque no había ningún especialista o al menos experto en análisis sociológico o antropológico de los sistemas de salud que se los advirtiera. Aunque por curiosidad, me gustaría saber si aún el representante de ese organismo de prestigio internacional está dispuesto a seguir vendiendo esa idea poco congeniada con los resultados obtenidos, como lo hizo semanas atrás.

Por otro lado, la lección de la necesidad imperiosa de implantar un sistema único de salud -no meras coordinaciones entre Minsa y CSS- mostraría visos de haber sido aprendida, si, y solo si, también se entiende que la lucha por su creación supone confrontar las lógicas civilizatorias que sostienen y reproducen las relaciones de poder contrarias a la construcción de ese sistema, entre ellas, la visión reduccionista de los problemas de salud y las prácticas sociales mercantilistas, caldo de cultivo de las corrupciones observadas.

Es decir, enfrentar todo lo que propicia convertir a los servicios de salud en una mercancía, como veladamente se promueve en las entidades de salud y particularmente en la CSS.

Ahora bien, pisando tierra, ¿las autoridades de este Gobierno, las clases dominantes de este país, más aún, los sectores populares, han aprendido esta lección que nos deja la pandemia?

Nada hay a estas alturas que indique que la respuesta sea afirmativa. A estas alturas, se debió haber dado mucha más beligerancia a la Comisión de Alto nivel para la Transformación del Sistema de Salud (CAN). Por lo contrario, a estas alturas, prácticamente han invisibilizado a este grupo de trabajo constituido para tal propósito.

No me gustaría ser el Jeremías -portador de mensajes de tragedias en el antiguo pueblo hebreo- de nuestra realidad, pero me guío por lo que la ciencia social me impone seguir y mi ética social, mas no lo que mi emoción y deseos me tientan.

Sociólogo y docente de la UP.
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