• 25/05/2020 00:00

La fórmula actualizada del aceite

Para los que tenemos múltiples intereses (negocios, cultura, ciencias, ambiente, etc. ), para actualizarnos, aprender y proponer, durante esta cuarentena se ha desbordado por las orillas del internet las ofertas de eventos virtuales: seminarios, conferencias, charlas, etc.

Para los que tenemos múltiples intereses (negocios, cultura, ciencias, ambiente, etc.), para actualizarnos, aprender y proponer, durante esta cuarentena se ha desbordado por las orillas del internet las ofertas de eventos virtuales: seminarios, conferencias, charlas, etc. No hay suficientes horas en el día para sacar beneficio de lo que se ofrece, algunos muy interesantes, otros, como siempre, tratando de aprovechar la coyuntura para vendernos la ilusión de que su oferta nos cambiará positivamente la vida y abrirá las puertas al “éxito”. Escribí una columna titulada “Aceite de culebra” hace algunos años. Les comparto algunos párrafos y reflexiones sobre la coyuntura actual.

Nadie sabe cuándo ocurrió, pero en algún momento de la evolución social humana, alguien se dio cuenta de que podía, por medio de la persuasión, timar a una o muchas personas. Muchas veces por el simple hecho de ganar espacio y lograr ventaja para subsistir. Me puedo imaginar la primera vez que sucedió. El pícaro intercambia un favor de importancia por otro menos valioso, por medio del convencimiento amigable y delicado, la distracción y el acomodo y reacomodo de la realidad. Funcionó.

Lograda la ventaja sin repercusiones contrarias para él, retornó sobre lo ensayado. La planteó como teoría empírica para volver a aplicarla bajo otras circunstancias. Funcionó nuevamente. Y así sucesivamente, generalmente con sagacidad, fue mejorando y afinando los elementos disuasivos para que su vehículo de supervivencia fuera más sofisticado y convincente cada vez.

Stephen Littlejohn y Karen Foss en su libro “Theories of Human Communication” sostienen que: “La creación y desarrollo de una teoría es una actividad social humana: las personas las crean, las ensayan o ponen a prueba y evalúan sus resultados…”. Estas prácticas de persuasión engañosa ya formuladas en una teoría y puestas en práctica por el primer timador, rápidamente fueron generalizándose (como siempre, toda actividad es plagiada por otros). Littlejohn y Foss agregan que: “… como actividad social, la formulación de teorías se realiza en el seno de comunidades de investigadores quienes conocen y comparten una serie de prácticas comunes”. (Cambie la palabra investigadores por timadores).

Es así como, a lo largo de los tiempos, en el seno de los diversos grupos humanos que fueron poblando la Tierra, emigraban embusteros y farsantes de localidad en localidad y se ubicaban en los mercados comunales, las aceras de las calles, en los incipientes comercios; con la puja y repuja cotidiana. Había que tener cuidado y suspicacia en las negociaciones y transacción de un bien por otro, o de un servicio por otro. Según el diccionario urbano, en el siglo XIX vendedores ambulantes vendía como maravilloso el “aceite de culebra”; un elixir con garantías de que era la cura para todos los males. El término “aceite de culebra” se popularizó como un concepto peyorativo atribuible a todo producto que se ofrecía con propiedades fantásticas. Gato por liebre envuelto en un proceso de comunicación persuasivo y engañoso.

Desde entonces y aprovechando el advenimiento de toda clase de herramientas para alcanzar los objetivos de dominación y no siempre para fines positivos, individuos y grupos han aprovechado los conocimientos sobre los efectos y la función de los procesos persuasivos de comunicación para fortalecer su control y dominio sobre grandes sectores del conjunto humano.

La tendencia, en estos tiempos que vivimos, es la de redefinir las teorías y prácticas de comunicación, fundamentados en las teorías de Joseph Goebbels, hoy tan presente en el diseño de campañas dudosas; el maquillaje de la “imagen”, la creación de marcas (“branding”) y en la promoción masificada de mensajes subliminales. Con el confinamiento que debemos cumplir, las ofertas virtuales de eventos y encuentros por las plataformas Zoom, Microsoft Team y otros, son la más moderna de las tendencias para la manipulación y venta de conceptos y productos de dudoso valor en el tiempo.

No estoy del todo convencido de que una vez logrado el control del COVID-19 tengamos que seguir confinados y reuniéndonos por medio de los aparatos electrónicos. Para el aprendizaje y el intercambio de conocimientos, la interacción social es necesaria como un factor importante y decisivo dentro del proceso comunicacional. Limitarla tan drásticamente pudiera ser contraproducente para el desarrollo de la especie. Mientras los científicos lleguen al punto de liberarnos del confinamiento, tengan cuidado con lo que compran por las redes en forma de conocimiento, una nueva fórmula del “aceite de culebra”.

Comunicador social.
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