• 02/07/2020 00:00

Pandemia en espiral

La expresión italiana “corsi e ricorsi” surge de la teoría del acontecer histórico del filósofo Giambattista Vico, quien sustentó que la historia no avanza de forma lineal empujada por el progreso, sino en forma de ciclos que se repiten; es decir, que implican siempre avances y retrocesos, por lo que, en síntesis, la historia es recurrente.

La expresión italiana “corsi e ricorsi” surge de la teoría del acontecer histórico del filósofo Giambattista Vico, quien sustentó que la historia no avanza de forma lineal empujada por el progreso, sino en forma de ciclos que se repiten; es decir, que implican siempre avances y retrocesos, por lo que, en síntesis, la historia es recurrente. Esta teoría fue estudiada por el doctor Arnulfo Arias Madrid, quien la adoptó a su expresión política con la siempre bien recordada frase “La historia se repite en espiral”. Un desafortunado ejemplo de esta teoría lo es la pandemia COVID-19, que en la actualidad azota sin misericordia a nuestra especie Homo sapiens con graves consecuencias de índole social, económica y de salud. Y es que precisamente hace un siglo, entre los años 1918-1920, nuestra especie sufrió el embate del virus conocido científicamente como Influenza A del subtipo H1N1, evento que se conoce en la historia como la Pandemia Española de trágicas consecuencias para la población humana de ese entonces.

Se estima que la Pandemia Española infectó a 500 millones de humanos, de una población aproximada de 1.5 billones de personas, y que murieron producto de la influenza entre 50 a 100 millones de personas; es decir, una mortalidad de entre 10 % al 20 % de los contagiados. Dada la disciplina y organización médica del ejército estadounidense, el primer caso registrado data del 4 de marzo de 1918, siendo el paciente afectado un cocinero del ejército en el Campamento Funston, Fuerte Riley, del estado de Kansas. A diferencia de la pandemia actual, el virus se propagó de oeste a este (Estados Unidos de América – Europa - Medio Oriente -Lejano Oriente), impulsado inicialmente por el movimiento de tropas estadounidenses hacia el teatro de guerra en Europa. Se le dio el nombre de Pandemia Española toda vez que, al permanecer España neutral en la Primera Guerra Mundial, sus medios no estaban sujeto a censura y reportaron exhaustivamente sobre la propagación y estragos de la pandemia en España, que incluso alcanzó al rey Alfonso XIII, quien logró sobrevivir al contagio. La Pandemia Española se manifestó en cuatro olas o picos, durante la primavera de 1918, el otoño de 1918, en el primer semestre de 1919, y una menor en la primavera del 1920. La teoría científica de mayor aceptación es que el virus desapareció porque mutó rápidamente a una cepa de menor letalidad.

Si bien no hay certeza de la dirección, alcance y tendencia de mutación del virus SARS-CoV-2, causante de la actual pandemia, lo cierto es que el exponencial crecimiento poblacional de nuestra especie, su interconectividad producto de los avances en el transporte y las migraciones, y la poca disciplina social de las culturas occidentales, entre otros factores, aumenta considerablemente la vulnerabilidad de nuestras poblaciones al efecto de una pandemia. Afortunadamente en esta ocasión, por el momento, la letalidad del virus ha sido considerablemente menor a la causada por la Influenza AH1N1. No obstante, lo que estamos viviendo y sufriendo es un llamado claro y quien sabe final, a que las naciones retomen con renovado impulso el sistema de cooperación internacional en temas como salud, el medio ambiente y la coexistencia con otras especies.

Aquellos que abogan por la cultura de la confrontación, construyendo muros en vez de puentes, y promoviendo unilateralmente sus intereses nacionales por encima del interés global, flaco favor le hacen a su propia gente y especie. Ningún país puede aislarse y quedar libre de los problemas globales, en especial relacionado a temas como el que nos ocupa. Quienes así lo consideren, sería bueno se tomaran el tiempo de leer sobre el virus aviar. Entre 1959 y 1997, existen dos registros de este tipo de virus en seres humanos, ambos sobrevivieron. Pero en 1997, un virus aviar conocido como el H5N1 mató a 6 de 18 contagiados en Hong Kong antes de ser controlado. Desde el 2003 a la fecha, una nueva cepa conocida como H7N9 ha infectado 2342 personas, falleciendo 1053 de los contagiados, una mortalidad de 44.9 % en puntos tan distantes como Azerbaiyán, Egipto y China. Nuestra especie está a la merced de una mutación que perfeccione la capacidad de propagación de esta cepa. Irónicamente producto de los factores previamente enunciados, crecimiento exponencial de la población, conectividad y otros, el Homo sapiens queda expuesto en su tendón de Aquiles, un agente microscópico acelular que solo puede reproducirse dentro de las células de otros organismos, en este caso el nuestro.

Abogado y ex candidato presidencial.
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