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- 31/08/2020 00:00
Varias notas del tintero
Durante la semana hago notas por varias razones, algunas llegan a ser parte de esta columna, desarrolladas a fondo. Otras, por diversos motivos, quedan relegadas sin ser analizadas o desarrolladas a plenitud. Hoy, comento tres notas que me hice durante la semana pasada que vale la pena anotar públicamente.
Los habituales lectores de esta columna sabrán de mi compromiso con la memoria histórica nacional y las preocupaciones por el poco interés que ha habido siempre para que se haga bien. Ya a estas alturas estoy convencido, lo digo firmemente, de que el tema de documentar bien y para la historia nacional las actuaciones de los Gobiernos, bajo la premisa de que, a estas alturas de la humanidad ninguna sociedad tiene excusas para no hacerlo bien, el interés es no hacerlo. Nadie se quiere comprometer a quedar dibujado tal cual son “in seacula seaculorum”. Conocen muy bien sobre la corta memoria de los ciudadanos y al cabo de unos cuantos años, por la falta de una documentación exhaustiva y puntual, gozarán de las pleitesías y venias que les representó ocupar un puesto de “honor” en el servicio público.
Menciono todo esto porque he notado durante las últimas semanas que, con el fin de parecer correctos y dar el ejemplo en lo referente al uso de las mascarillas, las altas autoridades, incluyendo el presidente de la República, todos los diputados durante las sesiones, ministros de Estado, etc., están dando discursos y haciendo declaraciones en el ejercicio de sus cargos con la mascarilla puesta. Si ya los malandrines tienen formas de desvirtuar las declaraciones de una persona y de los funcionarios, con la mitad del rostro tapado, es mucho más fácil. ¿Quién podrá asegurar dentro de unos años que la grabación de lo que dice que dijo el presidente con la cara tapada es genuina y puntual?
Lean bien: en un país serio, ninguna de las declaraciones que he visto del presidente, ministros, diputados y funcionarios de alto nivel, se haría con el rostro tapado. No tienen valor alguno para el registro oficial para efectos legales, tampoco para la memoria histórica. Y anoto, hay otras formas en que pueden hacer las declaraciones sin la mascarilla, guardando las medidas sanitarias de distanciamiento y procurando la documentación oficial.
Y ya que hablamos del Gobierno, sabemos que el escenario actual está estructurado sobre el clientelismo burdo y vulgar y el “¿qué hay pa' mí?” de los actores de todos lados. No hay que perder tiempo resumiendo eso. Lo que el actual Gobierno parece no ver es que no tiene una oposición real y en vez, el peor impedimento a su gestión proviene de su propio partido político: desde la Asamblea Nacional y los funcionarios.
La RAE define sabotaje como: 1- “Daño o destrucción que se hace intencionadamente en un servicio, una instalación, un proceso, etc.”. O, 2- “Entorpecimiento intencionado y malicioso de una actividad, idea, proyecto, etc.”. Una organización política estructurada que tiene a bien trabajar a favor de un plan de Gobierno y de una ideología político-social que representa la base fundamental de su pensamiento como organización, no comete los errores tan “poco importa” que hemos presenciado en las últimas semanas, como las violaciones de las restricciones sanitarias de miembros del partido en el poder. Son actos de sabotaje, no hay otra manera de verlo.
Mi tercera nota tiene que ver con los Estados Unidos, su sociedad y su sistema político-electoral. La presente situación conllevará a un cambio significativo en lo que será esa nación en la próxima década. Si el actual presidente, Donald Trump, se reelige, el horizonte social y político no pinta bien ni social ni políticamente, mucho menos para el sistema legal, en donde tendrá claras posibilidades de inclinar más la balanza del sistema judicial por muchos años. Si los demócratas ganan, igual el trabajo de reestructurar el sistema político será monumental. Solo hay que ver, por ejemplo, el área de la diplomacia en donde Trump ha desmantelado décadas de ejercicio diplomático y una estructura político-técnico-profesional que impulsaba la política geoestratégica de los Estados Unidos, independientemente de quién ocupaba la Casa Blanca.
Aún quedan dos meses para las elecciones en los Estados Unidos. Al Gobierno de Panamá, le queda un poco menos de cuatro años. De estas notas, podremos discutir los resultados más adelante.