• 12/10/2020 00:00

Disciplina ciudadana para mantener los logros: de nosotros depende

Los panameños nos encontramos en un momento muy crítico en la lucha por controlar la epidemia de COVID-19. Las señales de alarma que indiqué en mi columna anterior se mantienen, como veremos más adelante, obligándonos a redoblar el esfuerzo individual y colectivo, cumpliendo sin excepciones con las medidas de bioseguridad que conocemos.

Los panameños nos encontramos en un momento muy crítico en la lucha por controlar la epidemia de COVID-19. Las señales de alarma que indiqué en mi columna anterior se mantienen, como veremos más adelante, obligándonos a redoblar el esfuerzo individual y colectivo, cumpliendo sin excepciones con las medidas de bioseguridad que conocemos.

La semana pasada presentamos un ligero incremento de los casos reportados diariamente, pasando de 649 a 716, lo cual, como señalé antes, constituye una clara señal de alarma. Sin embargo, también realizamos 41 125 pruebas de laboratorio para detectar la COVID-19 entre la población, lo que representó 5875 pruebas diarias, casi mil más que las realizadas cada día de la semana anterior. No obstante, la positividad se mantuvo en 11.7 %, muy lejos del 5 % que recomienda la OMS como indicador de que la epidemia está controlada, pero nos estamos acercando. Pero la mejor noticia es que el promedio diario de defunciones se redujo de 13 a 9.7, como consecuencia de los cuidados que nuestro equipo de salud brinda en las salas de hospitalización y cuidados intensivos.

Paralelamente, como parte del camino hacia la nueva normalidad, el Órgano Ejecutivo autorizó a partir de hoy nuevas medidas de reactivación económica a nivel nacional y la movilización de personas. Esto es una buena noticia, pero ahora tendremos nuevos espacios de mayor riesgo de contagio: casinos, cines, teatros, museos, galerías y sitios turísticos de estructuras cerradas. Aunque se establece un aforo del 50 % de su capacidad, el cumplimiento de los ciudadanos con el uso de la mascarilla y el distanciamiento físico, será determinante. Por su parte el Minsa deberá supervisar estrechamente el cumplimiento de las medidas de bioseguridad y los protocolos establecidos.

Todo este avance, tanto de los indicadores epidemiológicos y de capacidad de nuestro sistema de salud, así como los relacionados con la reapertura económica, los hemos conseguido a costa de grandes sacrificios, cumpliendo con nuestra parte, tanto el Gobierno, como las empresas privadas y la población. Pero, puede irse por la borda, si nos relajamos y confiamos.

En todo caso, las señales de alarma arriba señaladas deben prepararnos para la posibilidad de enfrentar, como les ha ocurrido a muchos otros países, una segunda ola de COVID-19, antes de fin de año, seguida por una o más olas posteriores más pequeñas en 2021. Este patrón requerirá del fortalecimiento de las medidas de mitigación, entre las que no podemos descartar la vuelta al confinamiento asimétrico y selectivo, como estrategia para reducir la propagación de la infección y evitar que los sistemas de salud se vean desbordados.

Cualquiera que sea el escenario que siga la epidemia en el país, los científicos mundiales subrayan que debemos estar preparados para al menos otros 18 a 24 meses de actividad significativa de COVID-19, con puntos calientes que podrán aparecer periódicamente en diferentes áreas geográficas. A medida que la pandemia se desvanece, es probable que el SARS-CoV-2 continúe circulando en la población humana y se sincronice con un patrón estacional con menor gravedad con el tiempo, como ocurre con otros coronavirus menos patógenos, y los virus de la influenza pandémica.

En este contexto, es recomendable que las autoridades, empresas y población planifiquemos para enfrentar una segunda ola de COVID-19, considerando el restablecimiento de las medidas de mitigación, para hacer frente a los picos de enfermedades cuando se produzcan, y tomando en cuenta la falta de disponibilidad de vacunas o inmunidad colectiva.

Al final, la disciplina ciudadana será la base para contener el avance de la epidemia. Para ello deberemos mejorar la forma de llegarle a las personas, y eso solo es posible mediante el fortalecimiento de la comunicación social, fundamentada en el conocimiento de los procesos sociocognitivos de los panameños. A partir de ahí, debe proporcionar información basada en evidencia, proveniente de fuentes percibidas como creíbles. Debe además ser masiva, reiterada, coordinada y sostenida en un tiempo determinado. Este nuevo conocimiento, debe aumentar la disposición de las personas a tomarse en serio la epidemia, y actuar en consecuencia.

Para formular la estrategia, el Gobierno debe incorporar a profesionales de reconocido prestigio en las ciencias sociales, específicamente de la Comunicación Social, Sociología y la Psicología Social. No menos importante, será que los voceros posean la trayectoria y solvencia que genere la confianza necesaria para cambiar el comportamiento durante la epidemia.

El país necesita de ese esfuerzo adicional en este momento crítico, en el que queremos seguir avanzando en la reactivación económica, a la vez que protegemos la salud de la población.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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