• 28/03/2021 00:00

Soy un sobreviviente…

“Don CHALE Mántica, como era conocido, falleció, lamentablemente, en abril del 2020. Deja un legado muy importante […]”

Por eso les digo: “Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán”, Marcos 11:24.

Había estado padeciendo de unas ampollas raras en mi cuerpo. Luego de algún tiempo, visité al médico dermatólogo, quien me ordenó una muestra para biopsia. El resultado confirmó que se trataba de una lesión bulbosa, o Penfigoide.

El 28 de noviembre de 2008, accidentalmente, me encontré con una “bolita”, como del tamaño de un huevo de codorniz, debajo de mi amígdala izquierda, parte de ella había sido extirpada en 1974; hallazgo que me preocupó y motivó a visitar al médico, quien se mostró extrañado.

Me ordenó un ultrasonido que reveló poco. Lo más importante que se obtuvo fue que el tumor no estaba adherido a nada, sin ramificaciones, pero, como dijo la radióloga, “como sea, este tumor hay que sacarlo, Bolívar; no puedo decirte si es maligno o no”.

Paso seguido, me puse en manos de uno de los mejores cirujanos oncólogos, quien, al recibirme, me confirmó que el mencionado tumor debía ser extraído, pero que debía confirmar primero de qué se trataba; por lo cual me ordenó una naso-faringoendoscopía. Al ser efectuada, reveló la necesidad de una biopsia; la cual llevó a la conclusión de que el tumor era maligno.

Como es lógico pensar, no estaba preparado para esa noticia. Tenía la esperanza de que fuera algo sin importancia. Por fortuna, no me llené de pánico, más bien medité un poco y concluí que el Señor, mi Padre, me daba una nueva oportunidad. Así, oportunamente, lleno de fe y muchísima esperanza, enfrenté mi realidad.

Mi familia fue tan valiente que jamás perdió la fe y, lejos de mostrarme contrariedad, me daba ánimo, apoyándome en cada decisión que había que tomar.

El equipo de médicos especialistas, formado por un cirujano, un quimioterapeuta, un radiólogo, un especialista del dolor y un grupo de enfermeras especializadas, verdaderos “ángeles blancos”, concluyeron en que no extirparían el tumor mediante cirugía, sería mediante un abordaje moderno. Me recibieron con entusiasmo, pero informándome que el tratamiento consistía en 35 sesiones de radioterapia, una cada día (excepto sábado y domingo) y una sesión de quimioterapia de 5 horas de duración, durante siete semanas. Para no afectarme las venas, el cirujano procedió a colocarme un “Port-a-cath” para pasarme la quimio sin afectarme las venas de los brazos.

Mi amigo nicaragüense por más de 45 años, Francisco Valle, quien a la distancia me había acompañado en mi enfermedad, un buen día me envió el mensaje más maravilloso recibido en mi vida.

Francisco, por primera vez había asistido en la ciudad de Managua, a una de las asambleas de La Ciudad De Dios. El líder del grupo se acercó al público desde donde se encontraba con el resto de los dirigentes, quien exclamó: “Aquí hay alguien que padece, él o un familiar, o un amigo, un cáncer en la garganta”. Luego de anunciarlo tres veces y que nadie respondió, mi amigo se levantó y el dirigente preguntó, “¿es Ud.?”. “No”, respondió mi amigo, “pero es Bolívar González, un amigo panameño, que es como mi hermano”. “Entonces, infórmele a Bolívar que tengo el mensaje de nuestro Señor Padre de que se considere sanado”. Mi amigo respondió: “¿y a cambio de qué?”. “De nada, lo único es que, si alguna vez puede venir a darnos su testimonio, estaríamos agradecidos”.

El Señor así lo quiso, pude viajar a Nicaragua por asuntos de trabajo, el 19 de noviembre del 2009 y asistir con el corazón en la mano y envuelto en lágrimas, para compartir con los hermanos nicaragüenses, mi testimonio de sanación ante una audiencia muy grande.

Conocí al maravilloso ser humano, quien, junto a su hermano gemelo Felipe, fundaron La Ciudad de Dios y Los Cursillos de Cristiandad; hombre de una gran personalidad y calidad humana, don Carlos “CHALE” Mántica.

Me impresionó su humildad, al llamarme aparte para decirme lo siguiente: “Bolívar, quiero que usted se vaya para su país bien claro de que nosotros los de La Ciudad de Dios, no somos sanadores, ni cosa que se parezca, todos juntos no somos capaces de curar ni siquiera un catarro. Los 12 que dirigimos este grupo, recibimos mensajes del Señor, a través de sueños, visiones o pensamientos; para que lo informemos a los creyentes. Tenemos tantas evidencias de sanaciones que llevamos cada año un libro que sirve de testimonio, de la gente que se ha curado luego de recibir estos mensajes como el suyo”.

Don CHALE Mántica, como era conocido, falleció, lamentablemente, en abril del 2020. Deja un legado muy importante, pues se distinguió como un excelente hombre de negocios, mecenas, nahuatlista, folclorista, teólogo, escritor, poeta y músico.

Es autor de varios libros importantes como: El habla nicaragüense, Teología de un empresario, Poemas de impaciencia, ¿Qué pensás hacer esta eternidad? Entre otros.

Doy gracias al Señor por haberme sanado y por el privilegio de haberme permitido conocer a tan distinguidos personajes y expresarles mi agradecimiento por tan inmenso favor…

Escritor, folclorista, compositor.
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