• 20/04/2021 00:00

El vía crucis de la Biblioteca Pública de Las Tablas

“Por favor, señores del poder político, abran ya esa biblioteca, antes de que Porras tenga que regresar para volver a escribir aquel famoso artículo del siglo XIX en el que se dolía de que en la ciudad de Panamá nadie leía”

La biblioteca es el depositario de la historia de una colectividad humana y muchas veces podemos valorar a una determinada sociedad basándonos en la biblioteca que posee, como indicador de la salud mental de la misma; al igual que la naturaleza de sus parques, templos, cementerios, escuelas o la conservación, en general, de su patrimonio cultural.

La capital provincial santeña tuvo una biblioteca -la Carlos L. López- en la calle que conduce a la sede de una de las emblemáticas tunas del carnaval tableño: Calle Abajo de Las Tablas. En época de jarana popular por allí se agrupa el gentío en tiempo de la fiesta de Momo y la aludida sede de la inteligencia es sahumada por suspiros, ayes, cantos y pólvora.

Habrá ya algunos años esa casa de la cultura sigue cerrada, pero no por designios de Dios, sino por desidia humana. Porque cuesta trabajo creer que en todo este tiempo no se haya podido hacer nada para que abra sus puertas. Si transita por allí la verá mustia y llorosa, como apenada de tan lamentable postración cultural. Y no es que los que allí laboraban no la hayan amado -que me constan sus desvelos-, sino que ella es la víctima del proceder de quienes sostienen los hilos del poder, aquellos que todos lo miran pensando en las elecciones a cargo popular. Y como las bibliotecas no votan, no son sujetos de sus desvelos, si es que alguna vez los tuvieron.

Una ciudad como Las Tablas merece una biblioteca moderna, dotada de tecnología y las últimas producciones del género humano. Y no me refiero a la construcción de una casa de cuatro paredes, como es la costumbre, sino de un edificio que, partiendo de su diseño arquitectónico, sea una invitación a disfrutar la estadía en ese lugar del conocimiento.

Yo no me avergüenzo de la que tuvimos, porque bien que la visité y encontré en ella no pocas joyas de la inteligencia humana, lo que lastima mi sensibilidad es verla cerrada por tanto tiempo, como si ella fuera un ente con lepra u otra pandemia. Porque preocupa no solo el mensaje que pregona su elocuente silencio, el desdén por los libros que simboliza, sino la imagen colectiva de una ciudad que no merece tanto desprecio.

Por favor, señores del poder político, abran ya esa biblioteca, antes de que Porras tenga que regresar para volver a escribir aquel famoso artículo del siglo XIX en el que se dolía de que en la ciudad de Panamá nadie leía.

MPR… a la sombra de cerro El Barco, Villa de Los Santos, a 2 de abril de 2021.

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