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- 04/07/2021 00:00
El zoológico de cristal
Sin haberlo planeado, al último minuto, conseguí una entrada de palco para asistir, el viernes 2 de julio de 2021, a la puesta en escena de uno de los grandes clásicos de ese legendario dramaturgo de Estados Unidos: Tennessee Williams.
El zoológico de cristal: Tennessee Williams (EUA); dirección, Abdiel Tapia; Teatro Nacional, ciudad de Panamá, del 1 al 4 de julio de 2021.
Es una de sus obras con más referencias autobiográficas.
Basta con leer la página de su perfil en Wikipedia, https://en.wikipedia.org/wiki/Tennessee_Williams, para descubrir inmediatamente que las similitudes entre su vida y esta obra son más que obvias.
Williams tuvo una vida de complejas turbulencias personales, que incluyen su homosexualidad, y que explican sin fisuras el convincente dramatismo de sus obras. Una hermana con esquizofrenia, igual que Laura, la frágil y atormentada hermana del personaje principal, Tom (el nombre real de Tennessee Williams es “Thomas”, es decir, Tom). Un padre alcohólico y ausente, igual que el padre en esta obra, que fue vendedor viajante y luego en una zapatería, igual que el propio Williams y que el Tom de la obra. Una madre conservadora, controladora y sobreprotectora, con valores “cristianos” de tipo castrante y represor, igual que la madre de Williams.
Así que la fuerza del tsunami emocional que erupciona por momentos en algunos de los diálogos de esta obra no es solo mera invención literaria, sin duda, Williams la vivió él mismo a lo largo de su niñez, su juventud, su vida.
Fuerza que logran transmitir de forma no solo profesional, sino fascinante todos los actores nacionales de esta puesta en escena.
Aunque todos los actores nos regalan casi dos horas completas de viaje intenso por este drama salpicado con momentos de humor, destacan claramente tanto Diego de Obaldía (el genio del musical 1903), quien, además de ser el personaje principal, es el narrador en segundo plano de la historia, así como esa gran actriz que hace de madre de Tom y de Laura, Stella Lauri, cuya veteranía y buen hacer en el teatro, que ha demostrado y sigue demostrando, se notan enseguida. Creo que ellos dos, en particular, lograron actuaciones francamente memorables para el teatro panameño, que a ratos decepciona por la falta de calidad de algunas puestas en escena.
Juliette Roy, como la vulnerable Laura, cuyo profundo complejo, debido a su discapacidad física, le causa timidez patológica, también desarrolla su personaje con elegancia, pero a ratos resultaba difícil escucharla bien. Igual que en el caso de Elmis Castillo, que borda su papel como Jim O'Connor, pero cuya voz se pierde por momentos. No sé si esto se deba a fallos del casi imperceptible micrófono que utilizaron, pero desde el palco donde yo estaba situada, en la primera planta, en algunos segundos resultó un poco difícil escucharles bien.
Para mí, fue una noche de teatro de las que más me gustan, en que me escapo por unos minutos de los dramas del mundo, para contemplar entonces los dramas de ficción, como si viera la vida a través de un microscopio, con la suficiente distancia para que no me hieran de realidad.