• 25/12/2021 00:00

El acoso en el Smithsonian

“El acoso sexual laboral ocurre en muchas instituciones y debe cesar, porque tiene dos contextos. Los beneficios para quienes ceden al acoso, y los costos de quien acosa”

La noticia sobre acosos y violaciones carnales en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) asombró a todos. Pero allí llegan científicos y administrativos de todo el mundo con comportamientos y leyes diferentes. Daré mi punto de vista, porque allí fui pasante de investigación en comportamiento animal y neurobiología desde el año 2005 al 2010.

Pienso que llamar acoso a un beso cerca de la boca desde un hombre hacia una mujer no es acoso, sino insinuación que, quizás, esté acompañada de recompensa. El interés con recompensa pertenece al juego del cortejo. Si el individuo femenino se niega, entonces el intento masculino no tuvo éxito. Y si viene de un personal con rango superior hacia alguien de menor jerarquía, o viceversa, yo diría que el cortejo implica madurez, no jerarquía.

Además, las fiestas de estudiantes en STRI son llamativas, y participan todos los niveles jerárquicos, al menos así lo eran en el período que estuve allí. Estudiantes de todo el mundo beben jugo o alcohol y algunas parejas, de todo el mundo, bailan “bien pegadito” o conversan al son de la música, tratando de conseguir un levante. Este tipo de fiesta las he presenciado en congresos científicos y cursos académicos a los que he asistido y ya saben todo lo que ocurre en las fiestas de adultos.

Las costumbres internacionales de fiesta son diversas. Ejemplo, los estudiantes estadounidenses experimentan el “spring break”, fiestas de fin de jornada académica, donde existe exhibición de todo tipo, “sexo, drogas y rock and roll”, como dice el dicho gringo. O asista a un “mardigrass”. Por algo Estados Unidos es uno de los países con mayor incidencia de herpes. No es estereotipando, sino poniendo todo en contexto. Pero hay situaciones extremas. Ejemplo, un gesto muy obsceno que necesitando comunicar algo, por vergüenza de las consecuencias, lo haces de manera equivocada, producto de la desesperación. Pero la violación carnal es la más extrema y se sale de la raya.

¿Bill Clinton y Mónica Lewinsky? El acoso sexual laboral ocurre en muchas instituciones y debe cesar, porque tiene dos contextos. Los beneficios para quienes ceden al acoso, y los costos de quien acosa. Una investigadora de alto rango en STRI me agarró los testículos públicamente en una fiesta de estudiantes y todos muertos de risa. Estábamos en una fiesta y disfrutábamos, “cool, yo tengo una friend”. En STRI también atestigüé homosexuales de distinta jerarquía, hombres y mujeres, y que acosan, todos callados, porque es una institución incluyente que respeta la “variabilidad” humana. Sufrí “mobbing” laboral de superiores y, aunque me quejé, nadie hizo nada.

La destitución sin saber la razón es un abuso laboral donde no tienes oportunidad de rectificar ni defenderte. Querellar contra ti en instituciones donde consigues trabajo u oportunidades académicas, o perseguirte hasta donde vives, sin que sepas las querellas, también es un acoso.

Sugerir que no te contraten o publiquen tus trabajos científicos o te vigilen hasta en el patio de tu casa es un método de bloqueo, acoso y estrés académico. Me robaron mi memoria USB con archivos de más de 10 años de investigación, algo que me sucedió en el 2018, enviando personal panameño adjunto a STRI, eso es un delito gravísimo. Yo vi a la administración de STRI y sus becarios en el pasillo del laboratorio donde imparto clases en la Universidad de Panamá minutos antes de robarme. Pienso que paralelo a esto del acoso también hay estrategia smithsoniana para bloquear a la competencia científica y favorecer a sus becarios. Un truco imperialista de abuso. Ojalá no me asesinen luego de robarme y finjan otro motivo. ¿A mí?, a un humilde científico panameño.

Profesor de Fisiología y Comportamiento Animal, UP.
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