• 06/07/2025 01:00

Cuidado con los falsos profetas

La obesidad ha vuelto a ser noticia en los últimos días, y es una buena noticia, para variar.

El Financial Times fue el primero en recoger nuevos datos que muestran que la tasa de obesidad entre los adultos estadounidenses disminuyó dos puntos porcentuales entre 2020 y 2024. Pronto le siguieron otros medios de comunicación más, con titulares que el pico de obesidad se había alcanzado. El New York Times incluso publicó una noticia diciendo que “los estadounidenses se están volviendo más saludables según algunas métricas clave”. El consejo editorial del Washington Post también entró en escena y publicó que “la tasa de obesidad podría haber dejado de crecer”.

Al igual que Estados Unidos y muchos otros países, Panamá tiene una población con serios niveles de sobrepeso y obesidad. Después de que las tasas de tabaquismo comenzaron a disminuir, las tasas de cáncer de pulmón rápidamente alcanzaron su punto máximo y luego cayeron precipitadamente, salvando millones de vidas. Si las curvas de obesidad ahora descienden, deberían seguir también las tasas de enfermedades cardiometabólicas y muerte.

¿Qué está impulsando el declive? La publicación de los medios no analiza qué podría estar impulsando esto, pero algunos expertos han especulado en los últimos meses que la adopción de medicamentos GLP-1 como Ozempic, Wegovy y Zepbound podría ayudar a explicar la disminución. Es demasiado pronto para saberlo, pero ciertamente parece posible.

Sin embargo, es prudente tomar estos datos con cautela. Son buenas noticias, pero es demasiado pronto para saber hasta qué punto son buenas. En algunos lugares se han implementado campañas de prevención y adoptado políticas regulatorias de salud pública, pero aún no sabemos cuán determinantes han sido.

El Financial Times publica: “Las cinturas de los estadounidenses realmente parecen estar encogiéndose. Lo que hace que esto sea aún más notable es el contraste en los mecanismos detrás de las respectivas disminuciones en el tabaquismo y la obesidad. Lo primero se logró finalmente mediante décadas de campañas, advertencias de salud pública, incentivos fiscales y prohibiciones. Con la obesidad, una sola innovación farmacéutica ha logrado lo que esos mismos métodos repetidamente no lograron”.

El consejo editorial del Washington Post escribe: “Las campañas de salud pública podrían haber tenido los efectos deseados: mayor concientización, promoción de opciones de alimentos más saludables y más oportunidades para la actividad física”.

Como vemos, existe un amplio reconocimiento de que la obesidad es un problema importante, y todos podrían suponer que los políticos en Washington lo han intentado todo. Pero en realidad no hay tal cosa como grandes campañas de salud pública, ni advertencias, incentivos fiscales (ni desincentivos, salvo en un par de ciudades con impuestos a las sodas) y, ciertamente, no hemos visto ninguna prohibición.

Tampoco tienen una estrategia nacional dirigida a prevenir las enfermedades relacionadas con la dieta. La conferencia en la Casa Blanca en 2022 sobre el hambre, la nutrición y la salud, fue la primera reunión de este tipo en más de cincuenta años. Durante la administración Obama, la primera dama Michelle Obama lanzó varias campañas para abordar la obesidad infantil, y aunque no se redujeron las tasas de obesidad infantil, sí hubo mejoras significativas del perfil de salud de las comidas escolares.

Sin duda, en el gobierno de Obama se generó mucha conciencia cultural sobre el tema de la salud. Se eliminó la pirámide alimenticia y se reemplazó con “MyPlate”, un mensaje nutricional mucho más simple, aunque el USDA no ha gastado en su promoción y muy pocos han oído hablar de él. También en el gobierno de Obama, la FDA renovó la etiqueta de información nutricional para exigir el etiquetado de azúcares agregados, a lo que algunos en la industria alimentaria se opusieron ferozmente, pero no hubo una campaña masiva de comunicación ni relaciones públicas para ayudar a impulsarla. Y si bien en Estados Unidos se actualizan las Guías Alimentarias cada cinco años, se gasta muy poco en promover estos mensajes y la mayoría de la gente no le presta atención al consejo consultivo que las redacta.

Y ahora con Trump se decidió recortar los presupuestos de las agencias de salud como NIH y CDC, cortando lo poco que tenían para programas y campañas preventivas de la obesidad.

Simplemente, tratar de abordar las enfermedades relacionadas con la dieta no ha sido una prioridad en Estados Unidos y tampoco en ningún país, una realidad que quedó especialmente al descubierto durante el primer año de la pandemia. El hecho de que las personas vivan vidas más cortas y más enfermas no está en la agenda de los gobiernos. Por eso, quienes piensen que hemos superado el pico de la obesidad, probablemente no podrán dar crédito a las campañas de salud pública y mucho menos al esfuerzo de ningún político.

*El autor es empresario, consultor de nutrición y asesor en salud pública
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