• 28/01/2022 00:00

Rubén Darío Sousa Batista

“Debemos conservar y apreciar su admirado nombre a este hijo insigne de nuestra patria, unido al de aquellos que, con su sacrificio y esfuerzos, forjaron el alma de nuestra nación”

La historia la hacen los pueblos, pero hay hombres que, al frente de su pueblo, van haciendo patria, fundando naciones. Esos son los que, con su accionar, conducen a las grandes mayorías por la senda de libertad.

Rubén ha partido y nos ha dejado, a las generaciones que el contribuyó a formar y a su vez a las futuras, una obra que traspasa las fronteras de su tiempo, intelectual revolucionario, el cual ayudó a forjar en nuestro pueblo una moral política que, no obstante, a pesar de las desviaciones, se mantiene enraizada en lo más profundo de nuestra conciencia social.

Tuve el honor de conocer al maestro de juventudes, Rubén Darío Sousa Batista, en mi natal ciudad de Colón, a mis catorce años de edad, precisamente en un agitado mes de junio de 1966, en donde el pueblo estaba en insurrección y la oligarquía en represión. Nos explicaba que nada hay más horroroso que una oligarquía analfabeta, con una guardia títere fascista y represora y unos medios tarifados a cuál mejor postor. Todos convertidos en una masa indigna, desvergonzada y portadora del odio de clase más desaforado que nos hubiéramos podido imaginar.

Las ideas de Rubén Darío Sousa Batista, y su monumental obra revolucionaria, perdurarán en nuestro pueblo y, parafraseando a Ernesto “Che” Guevara, estarán presentes en el accionar de la lucha social panameña, pues Rubén es uno de los mentores directos de nuestra lucha de liberación social. Nuestra patria siempre contará con uno de los más ricos legados en toda la extraordinaria Obra Revolucionaria de Rubén Darío Sousa Batista.

Estamos hablando de un hombre que, como los calificara José Martí, “son como soles”, que al calentar queman, de “quienes los agradecidos hablan de luz”, los que quedamos debemos revalidar sus ideales en la actual generación y para las generaciones futuras. Maestro y conductor marxista leninista, por más de medio siglo, combatiente indoblegable, dirigió desde 1951 el Partido del Pueblo, el Partido de los Comunistas Panameños.

Bajo su firme dirección, el Partido del Pueblo supo cumplir con su papel en la lucha por la descolonización total de nuestro Territorio. Su brillante dirección pudo encauzar la lucha revolucionaria por la descolonización, bajo una conducción realista y patriótica, pudo contribuir a sumar a otras fuerzas políticas y sociales, aunque disimiles, tanto a nivel nacional como internacional, alrededor del proceso liderizado por el general Omar Torrijos Herrera.

En medio de esta era de cambios y nuevos paradigmas, su avanzada edad biológica nunca le impidió apreciar el mundo desde sus nuevas perspectivas, convencido de que la lucha social nunca se abandonaría, a través de mi amigo Rolando Miller, sostuve una breve conversación vía celular con el camarada Rubén, me decía que los movimientos sociales había que estudiarlos desde varias perspectivas, pues solo desde allí se podrían comprender las formas de organización y acción.

Debemos conservar y apreciar su admirado nombre a este hijo insigne de nuestra patria, unido al de aquellos que, con su sacrificio y esfuerzos, forjaron el alma de nuestra nación.

“¡La Muerte No es Verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida!”, José Martí.

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