• 01/02/2022 00:00

'Ven y prensa tu raspadura'

“Resulta desagradable ver cómo han prostituido la política nacional. Cualquier truhan labioso sale a la calle a ofrecer falsas dádivas a un público iluso, […]”

Estaba en el patio disfrutando de una brisa veraniega. Había un sol potente en medio cielo y hacía calor, pero la brisa permitía que mi estadía fuera tolerable. Bajo una sombra de un roble que sembramos, me dispuse a relajarme. Duró poco el intento, porque unas hojas, que por pereza no había recogido, empezaron a bailar en círculos frente a mí, burlándose de mi apatía de fin de semana.

Al principio me turbó el espectáculo causado por las hojas, pero fue por tan solo un instante. Enseguida me dejé asombrar por ese montaje natural, debido al cual podía ver hojas de aguacate secas girando cadenciosamente en el aire, impulsadas por un viento invisible, bailando. Casi saboreaba el momento cuando a lo lejos se oyó un pregón que se acercaba, matando la paz del silencio veraniego.

No alcanzaba a entender las palabras, pero tenía un tumba'o conocido y poco apreciado por mí. Sonaba a reggaetón. “Maldita sea”, me escuché mascullar con molestia. Al notar la imposibilidad de evadir el ruido que se acercaba, ponderé la opción de entrar a casa y encender la tele, pero el ambiente era grato afuera. “Nada, esperaré a que pase esta molestia… apenas unos minutos, y ya”, me dije, animándome a soportar la intromisión a mi tranquilidad.

“Un vendedor ambulante, o alguna propaganda de un negocio nuevo”, pensé. Ocupando mi mente, me puse a pensar respecto a por qué no me gusta ese tipo de propagandas. Son bulliciosas y molestas, pues invaden nuestros hogares con sus alborotos sin que podamos escapar de ellas. También eligen los momentos en los que estamos en casa para pasar con su estridencia y forzarnos a escuchar su mensaje. No se puede negar que saben lo que hacen, pues eligen momentos en los que potencian su audiencia. Mercadotecnia pura y dura. Y conocimiento de la conducta ciudadana. No me gusta, pero funciona.

Podía detallar ya en las palabras, pues se había acercado el epicentro sonoro.

“Ven y prensa tu raspadura, endulza tu tiempo, si la vida es dura. En momentos feos, te hablo de hermosura, elígeme a mí, vota con cordura”. No sabía que había iniciado el tiempo del proselitismo político. Dos cosas que me desagradan juntas, políticos y reggaetón. Vaya manera de dañarme el momento. Y el asunto continuó.

“Ven y prensa tu raspadura, son cinco palitos que sé que te ayudan. Son míos, los regalo, mi intención es pura”. “Encima es clientelista el “emprendedor” …”, pensé.

Resulta desagradable ver cómo han prostituido la política nacional. Cualquier truhan labioso sale a la calle a ofrecer falsas dádivas a un público iluso, ávido de escuchar mentiras bonitas, que constituye a gran parte de la población. Inevitablemente terminamos colocando pillos en los puestos de poder. Mi molestia iba en aumento.

“Ven y prensa tu raspadura, ese otro yeyé, hablando finuras. Tú nunca le entiendes, ÉL NO ESTÁ A TU ALTURA”. “Vaya manera de romantizar la ignorancia colectiva”, me dije y sentí una gota de sudor frío en mi espalda, pues me di cuenta de que ese personaje que se promocionaba conoce muy bien al Pueblo, y que lo va a manejar a su antojo. Se coloca falsamente en un sitial de igualdad con la población, pero realmente la usa como peldaño para subir al poder y una vez arriba, gobernar como señor feudal a sus plebeyos.

“Ven y prensa tu raspadura, basta de lo mismo, del cambio soy la figura. ELLOS son la fiebre y yo tengo la cura”. “Ajo, encima dizque independiente. ¿Quién le habrá dado el maletín para repartir los cinco palitos?”. La trama se complica, y lo más probable es que este personaje vaya a gozar de gran aceptación entre los votantes. Empezó temprano y definitivamente que tiene un equipo de asesores que ha mapeado el cerebro del “ciudadano de a pie” con una exactitud que espanta.

“Ven y prensa tu raspadura, al pueblo apretado yo le ofrezco holgura. Yo sí los entiendo, soy del pueblo hechura”. Es una técnica simple y efectiva por la cual se coloca como igual del electorado, pero en realidad es solo una fachada.

“Ven y prensa tu raspadura, soy de verdad, no caricatura. De mi mano iremos a la Patria futura”. “Y también es el mesías salvador”. “Houston, tenemos un problema”.

Hasta ahí llegó mi paz y tranquilidad. Si bien el alboroto aminoraba a medida que se alejaba el carro con las bocinas, en mi mente se empezaba a agitar una gran preocupación. Y es que este nuevo clientelista reguetonero de dudosa financiación tiene muchas posibilidades de ganar un puesto de elección popular. Conoce al pueblo y lo maneja. Lo van a querer en campaña, y lo van a odiar durante su gestión, pero ya estará en poder, quizás para siempre.

Ojalá nos alejemos de la raspadura.

Dios nos guíe.

Ingeniero civil.
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