Desarrollo Global: otro bien público a favor del desarrollo común

El mundo pospandemia se perfila como uno empantanado en tremendas dificultades en los términos del desarrollo socioeconómico global, especialmente en los países en vías de desarrollo, muchos de los cuales ven seriamente mermados sus previos logros en la reducción de la pobreza, mientras que la implementación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible avanza a unos pasos que dejan demasiado que desear. A ello se agregan las lamentables prácticas de anacrónicas doctrinas de poder hegemonista y políticas de bloque, remanentes de la era de la Guerra Fría, que ignoran el anhelo y perturban y torpedean los esfuerzos de la comunidad internacional por el desarrollo.

Al mismo tiempo, el mundo también se encuentra experimentando nuevas olas de revolución industrial y nuevas formas y modelos de negocios, generados por la economía digital, por los conceptos de desarrollo verde y por la misma pandemia COVID-19, dinámica que, sin duda, encierra nuevas oportunidades a los países en vías de desarrollo en su afán de conseguir ritmos de desarrollo más acelerados y de mejor calidad.

En este contexto y en activa respuesta a la urgente demanda de la comunidad internacional de que se preste mayor atención al tema del desarrollo, enfocando especialmente en la solución efectiva de las dificultades específicas de los países en vías de desarrollo y acelerando la implementación de la Agenda 2030, el presidente chino, Xi Jinping, formuló, en septiembre pasado, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Iniciativa de Desarrollo Global, con el expreso objetivo de “acelerar la implementación de la Agenda 2030 y promover un desarrollo global más robusto, más verde y más saludable”.

Se trata, en esencia, de una nueva convocatoria china a la sinergia mundial para construir una plataforma de cooperación internacional que alinee todas las iniciativas de desarrollo y procesos de cooperación globales, regionales y subregionales relevantes y las estrategias de desarrollo nacionales, explorando nuevos espacios y potencialidades de desarrollo, en contribución al logro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible contemplados en la Agenda 2030.

La IDG, centrada en 8 áreas clave de cooperación, a saber: reducción de la pobreza, seguridad alimentaria, lucha contra la COVID-19 y vacunas, financiamiento para el desarrollo, cambio climático y desarrollo verde, industrialización, economía digital y conectividad, está planteada bajo el norte guía del multilateralismo, el espíritu de cooperación y de apertura y de los principios de amplia consulta, trabajo en equipo y beneficios compartidos. Está abierta a todos los países y a la participación tanto de los Gobiernos como del sector privado, academia y organizaciones sociales.

Vale la pena acotar que el multilateralismo aquí referido es el verdadero, el centrado en el sistema de la ONU, no aquel otro enarbolado por algunos con la intención de formar bloques cerrados, beligerantes, hegemonistas, creando divisiones y exacerbando animosidades, en claro perjuicio de la estabilidad y seguridad política y económica mundial.

El presidente Xi Jinping dejó en claro el propósito central de la IDG, cuando señaló, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, que “debemos salvaguardar y mejorar las condiciones de vida del pueblo a través del desarrollo, proteger y promover los derechos humanos y asegurar que el desarrollo sea para y por el pueblo y que sus frutos lleguen al pueblo”. En otras palabras, la IDG está diseñada para priorizar un desarrollo en cuyo centro esté el bienestar de las personas. Convencida de que no hay derechos humanos que valgan sin el desarrollo, China desea, a través de este nuevo bien público que ofrece a la comunidad internacional en favor del desarrollo común, contribuir sustancialmente a la causa internacional de la promoción y protección de los derechos humanos.

Siendo un país en vías de desarrollo, China toma activa parte en la cooperación Sur-Sur al desarrollo. En este sentido, la IDG será un instrumento facilitador de gran peso, una vía primordial de canalización para la concreción de muchos de nuestros compromisos de cooperación internacional al desarrollo. Damos la bienvenida a todos los países con capacidad y voluntad a unirse a la IDG para alcanzar, conjuntamente y a pasos más acelerados, los objetivos de la Agenda 2030.