• 29/05/2022 00:00

Asamblea Mundial de la Salud: ¿qué significa para Panamá?

(...) es el órgano decisorio principal de la OMS y está compuesto por 194 Estados miembros.

La semana pasada se celebró en Ginebra, Suiza, la 75.ª Asamblea Mundial de la Salud. Como en todas las ocasiones anteriores, nuestras Autoridades de Salud hicieron el viaje a Ginebra y estuvieron presentes. Esperemos que su participación haya sido positiva, y, lo más importante, que le den el seguimiento oportuno, sistemático, verdadero y firme a todos los compromisos que allá suscribieron en representación de todos nosotros.

Antes de seguir adelante, conviene recordarles a todos nuestros lectores que, la Asamblea Mundial de la Salud es el órgano decisorio principal de la OMS y está compuesto por 194 Estados miembros. Cada año, normalmente en mayo, delegados de los Estados miembros se reúnen para acordar prioridades y políticas de la Organización.

En la Asamblea, los delegados de países toman decisiones sobre metas y estrategias en materia de salud, las cuales servirán de guía para su propia labor de salud pública y para la labor de la Secretaría de la OMS de hacer avanzar al mundo hacia una mejor salud y bienestar para todos. La Asamblea Mundial de la Salud también sirve como foro para informar sobre el rendimiento en las áreas de trabajo establecidas, a fin de determinar lo que se ha logrado y decidir estrategias para subsanar las deficiencias.

En ese contexto consideré obligatorio dedicarle esta glosa a analizar las dos resoluciones que considero de especial importancia para el futuro de la salud pública mundial y, lógicamente en nuestro país. Deben servir de guía para nuestra labor de salud pública.

La primera de ellas tiene que ver con la enmienda que se propone para el Reglamento Sanitario Internacional a fin de que contribuya de manera más efectiva a fortalecer la actual arquitectura y gobernanza mundiales para la eficacia y eficiencia de la protección y seguridad sanitarias.

En mi opinión, dicha enmienda es absolutamente necesaria, sin importar quien la proponga, pues la pandemia, como señala el director de la OMS, no ha terminado. “Este virus nos ha sorprendido en todo momento: una tormenta que ha azotado a las comunidades una y otra vez, y aún no podemos predecir su camino o su intensidad” y agrego, como si fuera poco, muchos virus están al acecho, como por ejemplo la viruela símica y otros que harán su aparición aprovechando nuestros hábitos y costumbres malsanas; como también señala Tedros al subrayar que, “la pandemia no es la única crisis en nuestro mundo. Nos enfrentamos a una formidable convergencia de enfermedades, sequías, hambrunas y guerras, alimentada por el cambio climático, la inequidad y la rivalidad geopolítica. Bajamos la guardia por nuestra cuenta y riesgo”.

Sobre el particular, la enmienda también propone que la OMS elabore criterios de alerta temprana para evaluar y actualizar progresivamente el riesgo nacional, regional o mundial planteado por un evento de causas o fuentes desconocidas y transmitirá esa evaluación del riesgo a los Estados Parte cuando proceda. La evaluación del riesgo indicará, sobre la base de los mejores conocimientos disponibles, el nivel de riesgo de propagación potencial y los riesgos de posibles impactos graves en la salud pública, sobre la base de la evaluación de la infecciosidad y la gravedad de la enfermedad.

Finalmente, se subraya la necesidad de examinar periódicamente la capacidad de los países y, en el caso de que en dicho examen se evidenciaran limitaciones de recursos y otros problemas para el logro de esas capacidades, la OMS y sus oficinas regionales, previa solicitud del país, proporcionarán o facilitarán apoyo técnico y prestarán asistencia en la movilización de recursos financieros para desarrollar, fortalecer y mantener esas capacidades.

No menos importante, es el proyecto de hoja de ruta 2023-2030 para la aplicación del plan de acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2030.

Es un asunto vital para nosotros, pues, como he señalado antes en esta Columna, las enfermedades no transmisibles, ENT, causan la muerte a más de 12 mil panameños cada año en el territorio nacional, producto de: hipertensión, los infartos, la diabetes, enfermedades pulmonares, y todos los tipos de cánceres. Esas defunciones representan más del 60 % de todas las causas de muerte, afectan a personas que todavía estaban en edad productiva y tenían mucho que ofrecerles a sus familias y al país. Y, lamentablemente, en Panamá, las ENT no han alcanzado la suficiente y necesaria atención política para detectarlas precozmente, controlarlas y tratarlas.

En este contexto, será obligatorio para nosotros invertir en intervenciones y políticas clave de mejores prácticas para el control de las ENT, cambiar la trayectoria de la enfermedad y generar beneficios económicos y de salud significativos para nuestros ciudadanos.

Especial importancia debe tener avanzar en la transformación de nuestro sistema de salud para alcanzar la cobertura universal de salud, basado en la Atención Primera de Salud, fomentando la resiliencia de los servicios e infraestructuras de salud para tratar a las personas que viven con enfermedades no transmisibles y prevenir y controlar sus factores de riesgo.

Aprovechemos la cooperación técnica que tiene disponible la OMS para apoyarnos en el desarrollo de los procesos descritos en esta entrega.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
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