• 03/06/2022 00:00

Colón: de lo contingente a lo trascendente

Serví profesionalmente en la provincia de Colón, unas veces en la misma ciudad y otras en las áreas semirrurales de la Transístmica; por eso siento la pertinencia de los reclamos y la necesidad de que ellos induzcan una reflexión.

Serví profesionalmente en la provincia de Colón, unas veces en la misma ciudad y otras en las áreas semirrurales de la Transístmica; por eso siento la pertinencia de los reclamos y la necesidad de que ellos induzcan una reflexión. La ebullición de la ira que ataca periódicamente a los colonenses es justificada es como una medicina que se tiene que tomar para aliviar una fiebre intensa y periódica casi malárica. Es justo y plausible que reconozcamos la necesidad de su pueblo de protestar, denunciar y demandar a quienes los han entretenido toda la vida; pero después de la ebullición las aguas han de volver a su curso en espera de que las autoridades tomen nota y cumplan. ¿Será posible? Mientras tanto propongo superar el fervor de lo contingente y pensar en causas lejanas y soluciones tampoco tempranas pero que se nos antojan necesarias. ¿Cuántos Colón conoce el lector? Veamos: 1) Existe el lejano Colón de la Costa Abajo con su tierra húmeda y de verde intenso que se continúa con el norte de la provincia de Coclé y es amenazada por la depredación minera. Es evidente que las soluciones que se le formulen han de ser locales y se segregan del resto de la problemática provincial. 2) Existe el Colón de la carretera transístmica con un fuerte componente rural y con la posibilidad de locaciones fabriles que ya se han asentado unas y otros que se han ahuyentado. 3) Existe el Colón de la Costa Arriba con su potencial turístico centrado alrededor de Portobelo y con la posibilidad de conectarse rápidamente con la carretera transístmica, si se abre el paso montañoso más allá de la ruta Salamanca-Boquerón, lo que posibilitaría la puesta en valor de toda la Costa Arriba y el despertar de Portobelo cual antigua hermana gemela de Cartagena. Una carretera que solape las precauciones de la Autoridad del Canal y que sea una cinta selvática como la carretera de Madden, es una posibilidad que entregaría autonomía y prosperidad a la Costa Arriba. 4) Nos queda ahora encarar el nudo de problemas urbanos del gran casco que corre desde Sabanitas a la ciudad de Colón.

Sus problemas están anclados en su evolución desde su fundación hasta el presente. La ciudad de Colón se fundó en 1852 motivada por la necesidad de crear una terminal al transporte ferroviario que ya se construía y culminaba en 1855. La creación y auge de la ciudad puso término a la primacía de la ruta Portobelo- Panamá, la cual era de tránsito más laborioso. Si bien el Camino Real y el Camino de Cruces se habían usado durante 300 años no fueron sujetos de optimización al tomarse la decisión de construir un ferrocarril.

Lo que sigue en este relato no es la agonía de Portobelo sino el amanecer de Colón; primero con el ferrocarril y luego con el Canal. Desde luego la ciudad de Colón fue concebida y funge como terminal del transporte, ya sea ferroviaria o del Canal. No obstante, tuvo vida autónoma como ciudad cuando era comunicada solo por el ferrocarril. Periódicos, pan y muchas cosas se producían como parte de su actividad productiva. Con la inauguración de la carretera Boyd- Roosevelt empezó a perder su autonomía económica; luego en 1947, con la creación de la Zona Libre se desarrolló una línea económica sobre la base del trabajo barato sin estabilidad. Las grandes fuentes de empleo eran la Zona del Canal, la refinería y la función pública. La Autoridad del Canal, al revertir a Panamá desarrolló una política de empleo donde el factor regional no era prioritario a la hora de nombrar personal; la refinería Panamá, que era fuente de empleos de alta calidad perdió vigencia cuando se decidió cerrarla y sustituir su producción por productos enlatados provenientes del exterior. Nos preguntamos cómo un gobierno accede a suprimir una fuente de trabajo fabril para sustituirla por una importación correspondiente al sector servicios. Un gobierno que asuma su papel no puede dejar esa decisión en manos del sector privado. La remoción de esas fuentes ha ido estrangulando la vida de Colón. Lo más importante ahora es la reparación de la estabilidad en el empleo y la norma salarial no flexibilizada, para ello hay que hacer centro en la normación del trabajo decente en la Zona Libre y otros frentes de empleo subsistentes. Estimamos que, por parte del Estado, los frentes de inversión son cuatro, a saber: 1) La renovación urbana de Colón en la isla de Manzanillo. Aunque parezca una verdad de Perogrullo esta tarea, reconocida como prioritaria, no fue llevada a cabo por causa de una política dirigida a despoblar el área y entregarla a intereses particulares que deseaban transformarla en un enclave comercial privado sin sus habitantes. En consecuencia, la renovación urbana debe ser una tarea de Estado no privada. 2) El remozamiento y expansión de los centros educativos públicos. 3) El remozamiento y expansión de los centros de atención sanitaria. 4) Llevar una política de reordenamiento urbano y territorial al área del Gran Colón desde Sabanitas hacia adentro. Sobre esta plataforma se potenciará la acción de la empresa privada dentro del ámbito normativo de la legislación laboral vigente. El Estado rector no puede ni debe esconder el mandato de protagonismo que le concede la ley.

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