• 27/06/2022 00:00

Intriga y perfidia por la biblioteca del Instituto Nacional

Delirio y decadencia de la educación panameña. Carlos Manuel Gasteazoro comenta en la página 62 de su Introducción al estudio de la historia de Panamá (1954) que «…se conservaba gran cantidad de papeles del siglo XVIII en la Iglesia de Alanje (Chiriquí), pero según noticias recibidas, esta reliquia documental ha sido consumida por el fuego, para saciar la obsesión sanitaria de un alcalde irresponsable».

Delirio y decadencia de la educación panameña. Carlos Manuel Gasteazoro comenta en la página 62 de su Introducción al estudio de la historia de Panamá (1954) que «…se conservaba gran cantidad de papeles del siglo XVIII en la Iglesia de Alanje (Chiriquí), pero según noticias recibidas, esta reliquia documental ha sido consumida por el fuego, para saciar la obsesión sanitaria de un alcalde irresponsable». Desde entonces, nuestros encumbrados «quemalibros», han machacado sistemáticamente nuestra educación, cultura e historia, porque un pueblo embrutecido es un pueblo envilecido al que no le importa que se borre de las conciencias de nuestras juventudes todo aquello que nos ha hecho grandes, fuertes, mejores.

Los libros del Instituto Nacional

Nuestros «quemalibros» no necesitan prender fuego: censura, usurpación, relegación y olvido son sus teas incendiarias. La última expresión de esto es el despojo de la Biblioteca Eusebio A. Morales, del Instituto Nacional. Intrigas y mentiras, irresponsabilidad, usurpación de funciones e irrespeto a la institucionalidad han escatologizado esta trama hasta la náusea.

En noviembre de 2019, la rectora del Instituto Nacional, Rosana Casanova, estaba inhabilitada para su cargo por acusaciones de acoso y hostigamiento laboral, peculado y abuso de autoridad. Las dos primeras, ya desestimadas; la tercera, por cerrarse. En vista de aquello, ese año se establecieron comisiones para administrar el Instituto. Una de ellas fue la de la biblioteca, formada por Rubiela de Tapia, Ileana Harper, Teodolinda Cano, Raúl Martínez, Elmer Salgado, Arturo Adames, Erick Martínez y Daysi Velasco (sancionada por maltratar a los estudiantes).

Rubiela de Tapia solicitó que se retiraran los libros, pues Ileana Harper dijo que estaban llenos de polillas. La opinión fue refrendada por el resto de la comisión. Esto no se le informó a la rectora Casanova. Como para entonces, ella aún tenía las llaves del Instituto, fue llamada a abrir el plantel; pero no podía abrir la biblioteca, pues de allí no tenía llave.

Durante 20 años, hasta el 2014, la bibliotecaria había sido Virginia Urriola, quien procuraba restaurar los libros deteriorados. Debido a decisiones clientelistas del Gobierno de Ricardo Martinelli y su ministra, Lucy Molinar, y a pesar de que era permanente, Urriola fue despedida y reemplazada por la Milizen Carrera, que estudiaba bibliotecología y recibió la inducción de Urriola. Cuando el 4 de agosto de ese año la rectora Casanova asumió como tal, Carrera estaba encargada de la biblioteca. Al ver los libros amontonados, la rectora le ordenó catalogarlos y organizarlos.

Desafortunadamente, ninguno de los bibliotecarios había dejado informe sobre el estado de los volúmenes. Sin embargo, en 2015, la señorita Carrera adujo que estos afectaban su salud, aunque no aportó documento médico que refrendara esa afirmación. En todo caso, como era evidente que las condiciones de la biblioteca no eran las mejores, sus documentos se usaban muy poco.

Durante el Gobierno de Juan Carlos Varela, asumió la cartera de Educación Marcela Paredes de Vásquez. La rectora Casanova le solicitó, y obtuvo, una beca como técnica en bibliotecología para Visitación Gálvez, de forma que la joven se especializara en bibliotecas y pudiera reemplazar a la joven Milizen Carrera, quien aducía que los libros afectaban su salud. En 2019, a Gálvez le faltaba un año para graduarse, pero la biblioteca, a pesar de sus carencias, no estaba descuidada por falta de bibliotecaria. Para 2020, Gálvez se graduó, pero nuevamente el cambio de Gobierno, ahora presidido por Laurentino Cortizo, con la nueva ministra, Maruja Gorday de Villalobos, significó su despido, a pesar de ser discapacitada y sin que valiera su formación académica y el propósito específico con que el Estado la patrocinó.

La asesora principal de la ministra Gorday, Raquel Rodríguez, encargada de coordinar las cinco comisiones del Instituto Nacional, recomendó que se dispusiera de los libros de la biblioteca. Sin comunicar a la persona que debía estar a cargo del Instituto Nacional por la apertura de investigación a la rectora, el vicerrector Richard Dinger, ni a la comisión correspondiente, un camión de Bienes Patrimoniales del MEDUCA se llevó los libros el 2 de noviembre de 2019. No hubo registro escrito de su salida ni se conoce su paradero. Lo que sí se sabe es que el 15 de noviembre, la Fundación Instituto Nacional realizó una cena bailable en el Hotel Panamá a beneficio de la biblioteca. En dicha cena hubo invitados del MEDUCA, entidad, que, por su parte, en la misma fecha, solicitó a la bibliotecaria el inventario de los volúmenes, que ya no estaban en el recinto.

Conclusiones y recomendaciones

1. Los libros fueron sustraídos irregularmente, sin registrar su salida. Los responsables no solo deben decir dónde están, sino evidenciar su existencia y condición.

2. Desde un principio, la atribución de las responsabilidades fue trastocada por acusaciones contra la rectora del Instituto Nacional, Rosana Casanova, que han demostrado ser calumniosas, a la luz de los resultados de los procesos. La afectada tiene derecho de exigir consecuencias penales y civiles.

3. La administración educativa debe mantener su institucionalidad; sus responsables no deben pasar por encima de ella, sino actuar coordinadamente. Las instancias de dicha institucionalidad son las legalmente establecidas. Entidades o personas que se atribuyan responsabilidades que no les competen, las usurpan y, como demuestra la situación actual, las abandonan para evitar responder por sus acciones.

4. Todos los mencionados, relacionados con la administración de la biblioteca y quienes impartieron órdenes para disponer de los libros, deben ser indagados por la autoridad competente, en función de deslindar sus responsabilidades legales.

5. Las existencias de la biblioteca deben ser compulsadas con sus catálogos, para determinar con exactitud los datos de los volúmenes extraídos y garantizar que aparezcan.

6. Los recursos para la biblioteca y el mantenimiento del patrimonio del Instituto Nacional deben ser rigurosamente respetados y facilitados con celeridad y transparencia a su administración legalmente responsable. El personal debe ser capacitado primorosamente, con la garantía de su estabilidad laboral y de óptimas condiciones de, y para el trabajo.

Especialista en Lengua y Literatura Española
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