• 04/11/2013 01:00

Sentido y misión de lo panameño en un 4 de Noviembre

Concuerdo con el doctor y maestro Diego Domingo Caballero en que ‘el problema de lo panameño’ puede abordarse desde diversas perspectiva...

Concuerdo con el doctor y maestro Diego Domingo Caballero en que ‘el problema de lo panameño’ puede abordarse desde diversas perspectivas, la antropológica, sociológica, histórica, psicológica y filosófica que ha sido el arduo deber para varios de nuestros más importantes pensadores, citando ya al maestro Caballero y siguiendo con Ricaurte Soler, Julio César Moreno Davis, Isaías García, Moisés Chong y aún muchos otros ilustres intelectuales nacionales, definir este tema.

También estoy de acuerdo en que las diversas ideologías has trastocado la interpretación de nuestro proceso histórico, tal vez en el ambiente literario de cuestionar a las personas participantes en nuestros diversos momentos históricos.

Lo cierto es que ha existido la una ‘constante’ de las intervenciones armadas, la última en 1989 y la ‘primera’ en el istmo, a razón del Incidente de la Tajada de Sandía, en septiembre de 1856, comandada por el comodoro William Mervine; dato curioso ese es el año precisamente del nacimiento de Belisario Porras, nuestro más insigne presidente.

Fue época de los enfrentamientos entre liberales y conservadores, como los Goitía y los Guardia, en Azuero. De las luchas campesinas, como la ocurrida en La Chorrera en 1855 y la división del Departamento de Panamá en sus ahora provincias de Coclé, Colón, Chiriquí, Herrera, Los Santos, Panamá y Veraguas.

Recordando que para la segunda mitad de ese siglo éramos tan solo 250 mil panameños, aproximadamente, y digo panameños, porque ese es el nombre dado por nuestros indígenas Cuevas a esta tierra ante el inquirir de los conquistadores en el siglo XVI.

Ahora la pregunta es: ¿Cómo hemos sobrevivido como nación y Estado, ante tanta agresión, división de intereses, tanto nuestros como extranjeros?

Nos ilustraba el maestro Humberto Bruggiati, en sus clases de ‘Panamá en el Mundo Americano’, que una vez acabada la independencia en 1821, ninguna nación latinoamericana tenía la fuerza económica y política necesaria para desmantelar totalmente la vieja estructura del Imperio Colonial Español, que se erigió sobre la explotación de metales preciosos, no tuvo revolución industrial; el legado colonial fue la ‘debilidad económica’, por lo cual cada nueva república se alió a sus propios intereses para sobrevivir y Panamá no podía ser la excepción, la decisión fue producto del acontecer histórico.

Aún así, Panamá busca su propia libertad en los intentos separatistas de 1826, 1830, 1831, 1840, 1871, esta última dirigida por don Tomás Herrera y todas las intervenciones yanquis desde 1856, 1860, 1865, 1873, 1885,1901 y 1902 con la Paz de Wisconsin, que convenía a los intereses conservadores colombianos.

Nos forjamos en la propia búsqueda de soberanía, tras todos estos incidentes.

Ninguna nación en América Latina, excepto México, ha tenido una historia tan fajada en conflictos contra una federación extraña a la patria y un país en ascendente imperialismo como los Estados Unidos.

Aún ante el oprobioso tratado de 1903, nos planteó darle forma al carácter panameño, que, tras 82 años de presencia colombiana, tuvo posteriormente que esperar 96 años de presencia estadounidense, para erradicar la ‘quinta frontera’.

Ante todos estos avatares, la conciencia, la cultura, el arte, la política, el derecho, la educación y la economía han girado en torno del sentimiento propio de este pueblo. Solo puedo considerar que el sufrimiento, la agonía, los sinsabores de estar en la mira siempre de los intereses de otros ‘no panameños’, como lo definió el Dr. Diego Domínguez Caballero, nos dio esta fortaleza.

Encontramos en la negación de nuestra nacionalidad, por parte de los defensores de la Leyenda Negra, nuestra fuerza propia para la afirmación de lo panameño y encontrar la identidad en la diferencia, entre la multitud de naciones hermanas, de las cuales compartimos un origen común, en lengua, religión e instituciones, pero que en el pequeño istmo de Panamá, por la geopolítica de su posicionamiento geográfico, nos ha llevado a luchar contra todos por nuestro patrimonio.

Así, tras los sobresaltos de fines del siglo XX, y ahora en la actualidad, con una economía envidiable, pero que debe llegar a todos eso sí, y con nuestra propia autoestima, no fue concebido tiempo atrás un Panamá así liberado de los yugos políticos de los ‘no panameños’.

Hoy, en fecha tan importante como el 4 de Noviembre, Día de la Bandera, símbolo sagrado de nuestra nación, logro recordar el hermoso, patriótico y valiente acto de una joven institutora, que prefirió arriesgar su propio físico y que la golpearan a ella, antes que la insignia patria fuera humillada, esos actos hablan por sí mismos; y a raíz de ello, hoy pregunto: ¿quién puede dudar aún que el sentido y la misión de lo panameño exista?

¡Que viva la Patria! Un 4 de Noviembre...

DOCENTE EN FILOSOFÍA E HISTORIA.

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