• 14/01/2013 01:00

El Guayabal: 50 años después

S iendo el santeño Ovidio Díaz Presidente de la Asamblea Legislativa en 1985-86, le hice una petición muy precisa: ‘por favor, deja de l...

S iendo el santeño Ovidio Díaz Presidente de la Asamblea Legislativa en 1985-86, le hice una petición muy precisa: ‘por favor, deja de llamar Honorable a los Legisladores porque aquí hay muchos que no deben ostentar ese calificativo’. Con su sabiduría interiorana me dijo: ‘Mira, Willy, no te preocupes por eso. Por allá por Las Tablas hay un pueblo que se llama ‘El Guayabal’ y no hay un solo árbol de guayaba sembrado.’

Esta anécdota del colega de entonces me vino a la mente durante la XCVIII promoción de Bachilleres del Colegio de la Salle de Panamá, cuando un grupo de jóvenes de la promoción de enero del 63, llegábamos a los cincuenta años de graduados del histórico colegio lasallista. Digo jóvenes de edad de entonces, pero también jóvenes de espíritu de ahora con medio siglo de habernos recibido como bachilleres.

El Colegio de la Salle de El Cangrejo, además c elebraba medio centenar de años de estar operando allí, precisamente desde el momento en que entramos a primer grado. En ese entonces sólo varones, hoy mixto, sigue sus marcos de excelencia, comprometido con sembrar ciudadanos responsables del futuro con profundo sentido de la ética y la moral, tal como ocurrió con nosotros hace tantos años.

Hoy dirigido por el Hermano Cristiano penonomeño Osmael Yuen, ya cuenta con 104 años de haberse establecido en Panamá, dejando una huella en la formación de miles de panameños. Además del Colegio de Panamá, La Salle cuenta con el San José de Colón, a los que se les adicionan dos colegios gratuitos que hacen accesible una educación superior de calidad a muchos panameños sin las posibilidades de los colegios privados que regentan. El Centro Escolar San Miguel Febres Cordero en Colón y el La Salle de Altos de Tocumen.

Con una experiencia de más de tres siglos fue Juan Bautista de La Salle quien fundó la comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas asociándose para el desarrollo de la educación en los sectores más desposeídos.

El ideal lasallista se fundamenta en rescatar los valores juveniles y la formación que sistemáticamente se imparte en la escuela. De ellos podemos dar fe quien ese día —18 de diciembre pasado— cumplimos 50 años de graduados, siendo nuestro compañero el cardiólogo Jorge Motta quien habló en nombre del grupo, habiéndome correspondido a mí ese honor cuando hace 25 años cumplimos la mitad de esa meta.

Al revisar sus trayectorias y constatar sus logros a través de todos esos años, me doy cuenta de que El Guayabal del 63 no sólo dio muchos y buenos frutos, sino que servirá de ejemplo para futuras generaciones de lasallistas. Ojalá que otros guayabales, hoy convertidos en tierra árida donde no hay un solo guayabo sembrado, puedan contagiarse de ese exitoso grupo de ciudadanos.

ABOGADO

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