Toda actividad industrial, incluida la operación del Canal, tiene impacto ambiental. Mientras celebramos otro aniversario de su inauguración, entendamos que hace 110 años un ministerio de ambiente no aprobaría esa obra. El impacto fue catastrófico, pues partió el país en dos al excavar 200 millones de metros cúbicos para crear una fosa de 80 kilómetros de largo. Colosal, arrasó flora y fauna.

El artículo 310 de la constitución hace responsable a la ACP de “la administración, mantenimiento, uso y conservación de los recursos hidráulicos de la cuenca hidrográfica” y gracias a su política de divulgación desde la transferencia de 1999, sabemos que el impacto en el ambiente continúa, pues consume entre 20 y 40 millones de galones de agua anuales por cada uno de los 14,000 buques que lo cruzan.

¿Con su negocio yopean el agua que te escasea? Si fuese así, ¿por qué no hay marchas en su contra y ningún activista social los demanda? Tal vez sea porque desde 2006 —gracias al referéndum en el que aprobamos expandirlo— ACP logró un robusto acuerdo con los panameños.

Sin duda, es un caso distinto al de Cobre Panamá, porque los argumentos racionales de los beneficios de la minería fueron arrollados por la fuerza de las emociones. La estrategia de Suntracs y CIAM fue efectiva. Marearon a muchos para hacerles creer que solo había dos opciones: ser vendepatria o ser patriota.

Fue así que, con una pistola en la sien, nueve magistrados declaran inconstitucional la Ley 406. La decisión logra la indispensable paz local y también envió el mensaje internacional de que despreciamos la inversión extranjera. Así, ahora enfrentaremos lo descrito por José Miguel Alemán: habrá “graves consecuencias [con] un arbitraje internacional por billones de dólares [que acarreará] un aumento de intereses sobre la deuda personal, comercial y empresarial [así como en el] costo de la vida, [causando] recortes a los subsidios. [Será] una goma colectiva, cuya intensidad superará el jolgorio antimina”

La expectativa es que el siguiente presidente resuelva. ¿Usted conoce las propuestas de los candidatos? Por ejemplo, Ricardo Lombana asegura que convertirá la mina en la “primera escuela de restauración ambiental del mundo para áreas devastadas” y generará “turismo académico”. ¿Cuántos hotelitos ecológicos y aulas necesitará para reponer 7,000 empleos directos y 33,000 indirectos? Por otro lado, Melitón Arrocha —muy valiente y sensato— propone que elijamos entre tres opciones: una empresa estatal, una mixta o una nueva concesionaria para proceder a “una explotación minera, con muchos más réditos [económicos] al país, en un formato jurídico contractual muy distinto [al anterior, para lograr] términos y condiciones [que sí sean] constitucionales”.

Volviendo a la ACP, hay otra razón por la cual se lleva bien con la población. Hace un mes, el administrador Vásquez entregó a Cortizo un chequesón de 2,544 millones. ¡Eso paga por completo los 2,300 millones de subsidios que recibe el 45% de los panameños y sobra alguito para una Malta Vigor con un mafá!

Además, al servir al 6% del comercio marítimo global, el Canal es nuestro eje. Sin él no existirían —con la fortaleza de nuestro caso— puertos, Zona Libre, telecomunicaciones, bancos, aseguradoras, construcción, almacenamiento, logística, transportes aéreo y terrestre, ferrocarril, comercio, bienes raíces y turismo. Seríamos Nicaragua u Honduras. Y aunque nuestro PIB por persona es 7 veces mayor que el de esos países, es importante recordar que el éxito canalero tiene dos caras. La fea es un transitismo exagerado por el cual los recursos y las oportunidades se concentran en un área —de Panamá a Colón y de Chepo a Capira— mien tras el resto del país está vuelto leña.

ACP topó los límites de su negocio, tanto por la población metropolitana en aumento como por el calado de los buques. Usar tarifas diferenciadas, subastas para transitar y cargos por sobrecosto de agua, ya pronto no compensará la pérdida de ingresos. Su futuro está determinado por menores lluvias debido a cambios climáticos del planeta hace miles de años.

Hablando de eso, desde 2003, la empresa consultora Montgomery Watson estudió si embalsar Río Indio era viable para un reservorio de 1600 millones de metros cúbicos de agua uniendo éste al lago Gatún, permitiendo 16 tránsitos diarios adicionales. ¿Siguen vigentes las cifras? En septiembre de 2019, Quijano y Vásquez (administrador saliente y entrante, respectivamente), entregaron a Cortizo un portafolio con todo actualizado y le pidieron decidir en 2020. ¿Por qué no se avanzó? Si la construcción del embalse empezara mañana, lo inauguraría el próximo Administrador. ¿Ilya de Marotta, tal vez? La ingeniera marina, graduada en Texas, con treinta años en la institución, sería la primera mujer en el cargo. Orgullosa y merecidamente.

Concluyo repitiendo que está en riesgo el chequesón, pero sugiero que no me crea nada. Con pensamiento crítico, dude de mis palabras y analice por su cuenta. Si gusta, por favor consulte usted: Los límites del crecimiento, de Donella Meadows; Historias perdidas del Canal, de Marixa Lasso; The Path between the Seas, de David McCullough; Dynamics in Atmospheric Physics, de Richard Lindzen y —en especial— el capítulo 4 de la Encíclica Laudato Si, de Jorge Bergoglio, nuestro querido papa.

La autor es consultor
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