• 20/06/2022 00:00

Advertencia de un iluso

La auditoria que hizo el Meduca deja más interrogantes que respuestas, sin embargo, poco se sabe si habrán responsables legales o penados ante la ley

Mi ingenuidad me lleva a pesar de que las cosas pueden ser mejores de como están. Los asuntos del encarecimiento de los insumos más básicos para las familias más humildes y la clase media no necesariamente tienen que ir por el camino que van. El clima de desasosiego y pesimismo sobre el futuro inmediato, pudieran ser mejor.

¿Iluso? El mundo tiene suficientes recursos para atender las necesidades más importantes para la supervivencia de todos. Los que se mueren de hambre, falta de medicamentos, agua potable, etc., no tienen porque morir. Lo necesario y básico no les llega y ahora, por el juego y rejuego de las cosas de los “modelos económicos”, hay mucha más gente en peligro, hasta quien sabe cuándo. Eso es, los famosos “modelos económicos” que han secuestrado las economías mundiales y en el proceso los bienes que nos pertenecen a todos y que, sencillamente por eso, debieran ser distribuidos de tal manera para que nadie tenga por que sufrir. Algunos de esos “genios y eruditos” si leen estos primeros párrafos, se reirán a carcajadas. Dirán: “Que ingenuo este tipo”, y entonces la gente seguirá sufriendo y muriendo. En eso no hay ingenuidad.

Sobre otro asunto, no menos importante, es más, de vital importancia, hay otros que también se ríen porque al final, no pasará nada. Se trata de la denuncia de la profesora Ileana Golcher y el seguimiento que le ha dado a la desaparición, descarte o simplemente destrucción de los libros de la Biblioteca del Instituto Nacional. Resulta que se ha hecho una supuesta “auditoria” por parte del Ministerio de Educación -Meduca- y los resultados dejan más interrogantes que aclaraciones. Los exalumnos y los escritores que vienen dándole seguimiento a este “asesinato institucional de la memoria histórica” no pretenden dejar el asunto con el resultado de la Auditoria de marras.

Por allí atiné a escuchar cuando otra clase de iluso preguntaba: “pero: ¿qué se podía hacer con libros tan viejos? Y me toco seguir caminando para atender mis asuntos. En un país en donde el mantenimiento no existe, mucho menos existe para invertir en la preservación de su memoria histórica y sus componentes. En un país en donde mandan los técnicos y los que cuentan reales, es una pérdida de tiempo tratar de hacerlos entender la importancia para el país.

Me permito repetir lo siguiente: cuando una generación se detiene a estudiar los aportes de otra del pasado, examina y en muchos casos se admira de sus aportes culturales: en la plástica, la literatura, la música y los esfuerzos sociales que realizó en favor del conjunto de la población. No es casualidad que en tiempos de guerra, los triunfadores hacen lo necesario por destruir (o saquear) las manifestaciones culturales y artísticas, a manera de dominio y sometimiento. Las naciones son comprendidas enteramente a posteriori , cuando los investigadores dan cuenta de la sensibilidad cultural de la época.

Investigué lo que dicen las leyes nacionales sobre asuntos de esta naturaleza, recordando que, tal como señalé en la columna La Guerra del olvido, hace unas semanas atrás: “… aquí en Panamá ese proceso de borrar los pasos por el tiempo comenzó desde hace muchas décadas. Los museos alrededor del país, la casa Wilcox, la destrucción de la casa en donde estuvo Pedro Prestán en el Casco Viejo de Colón, la antigua Embajada de los Estados Unidos y muchos otros ejemplos”, son evidencias del irrespeto al legado histórico de la cual hacen gala los burócratas y tecnócratas.

Dice el Código Penal (aclaro que no soy abogado), en su capítulo VII: titulado “Patrimonio Histórico de la Nación”, Artículo 232. “Quien destruya, posea, dañe o, sin autorización de autoridad competente, explote o remueva sitio u objeto arqueológico, documento, monumento o bienes que formen parte del patrimonio histórico de la Nación será sancionado con prisión de cinco a siete años”. Solo cito lo que encontré de manera oficial.

Hay suficientes evidencias, más de las citadas arriba, para saber que, con lo de la biblioteca del Instituto Nacional, no pasará nada. Iluso yo por pensar lo contrario. No habrá responsables legales o penados ante la ley. Pero la advertencia es que, como valientemente hace la profesora Golcher, los seguiremos exponiendo públicamente, a todo el que atenta contra el legado y la memoria histórica nacional. Es lo menos que podemos hacer.

Comunicador
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