• 07/10/2023 00:00

De alianzas y otras hierbas aromáticas

A la inoperatividad de estas alianzas generales o parciales hay que sumarle el desgaste que han sufrido los partidos políticos en la opinión pública [...]

A unos cuantos meses de las elecciones generales, el panorama político se torna sumamente complejo. Surge el elemento de las alianzas generales o parciales entre partidos políticos tradicionales y entre estos y los denominados candidatos independientes que entrañan acuerdos electoreros desprovistos de compromisos ideológicos o programáticos significativos, cual pactos de gaveta que tienen como fin último, la repartición de espacios políticos, la protección mutua y la llegada y/o consolidación en el poder.

Aunque los más ingenuos suelen pensar que estas alianzas políticas son beneficiosas para promover una mayor representatividad y fortalecer la democracia, la cruda realidad muestra y demuestra que estas alianzas entre partidos políticos tradicionales o de estos y candidatos independientes, no son más que el reflejo de ambiciones personales, de falta de ética y consideración hacia los votantes; pues estas alianzas desnaturalizan la esencia del concepto de partido político, entendido, en 'lato sensu', como una agrupación política con objetivos e intereses propios y comunes entre sus miembros y con una clara identidad programática para abordar los desafíos y las problemáticas de la sociedad.

A la inoperatividad de estas alianzas generales o parciales hay que sumarle el desgaste que han sufrido los partidos políticos en la opinión pública, debido a la desconexión con los problemas y preocupaciones de la ciudadanía y al control que dentro de los colectivos ejerce una cúpula, reduciendo los espacios de participación de las bases.

En el caso de las candidaturas independientes que, en principio, surgen como alternativa de participación directa sin la intermediación de las plataformas tradicionales, las alianzas con partidos políticos terminan por afectar la idea misma de independencia que, en esencia, debe constituir la antítesis de los partidos políticos tradicionales.

La historia reciente ha demostrado que, en el caso panameño, estas alianzas han dado lugar a la formación de pactos inestables o con poca coherencia, sin una efectiva implementación de políticas públicas que resuelvan los principales problemas de la sociedad; en resumidas cuentas, son acuerdos coyunturales que únicamente sirven para ganar las elecciones, sin que necesariamente ello se traduzca en beneficios para el pueblo.

El panorama actual plantea desafíos y riesgos asociados con estas alianzas generales o parciales entre partidos políticos, en algunos casos antagónicos y entre estos y los denominados independientes, que han generado tensiones y desacuerdos en la membresía de tales partidos; desconfianza y descontento en el electorado, pues, la ciudadanía percibe que en estas alianzas la consolidación de fines sectarios por encima de los principios y valores de los partidos involucrados y en el caso de los candidatos independientes, la pérdida de independencia y la desnaturalización de tal figura.

Aún no termino de entender cómo es que nuestras normas electorales otorgan salvoconducto para que miembros de un determinado colectivo político puedan ser postulados por otro o para que un miembro inscrito en un determinado colectivo político pueda postularse como independiente. Todas estas incoherencias del sistema electoral conjugan, a la postre, a favor de la falta de una clara visión programática de país y, por tanto, en la perpetuación de los problemas sociales que se abordan únicamente en el periodo de campaña electoral.

Abogado
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