• 26/11/2025 00:00

Educación integral en la primera infancia

Marisela tiene un problema que le produce sudoración, dolores de cabeza y ansiedad, así como frustración porque no logra encontrar un centro escolar parvulario en La Chorrera donde inscribir a su pequeña hija. Ha visitado locales tanto oficiales como privados y la respuesta es la misma: no hay cupo. Esta situación, de prolongarse, le obligará a esperar hasta que la niña alcance la edad de entrar al nivel primario y se le llamará la atención.

Los infantes deben pasar su primera infancia en centros de atención, que precisamente se denominan así Centro de Atención Integral para la Primera Infancia (CAIPI). Este es un sistema para pequeños de hasta 5 años (específicamente de 0 a 4 años y 11 meses), a través de servicios de educación, salud, nutrición y cuidado, especialmente para familias con recursos limitados.

La preocupación de Marisela es tener que inscribir en alguno de esos centros en la ciudad de Panamá y que la niña experimente el tortuoso trayecto matinal hasta la capital y luego en la tarde, el regreso a una urbe dormitorio en que los viajeros aguantan pausas, tranques y la lentitud del viaje de retorno. En total los que viven en la zona de Panamá Oeste deben sumar unas cuatro o cinco horas del recorrido de ida y regreso todos los días.

Los contratiempos de esta joven madre son similares a los que diariamente experimentan muchas familias. Es grave la propia circunstancia de obtener un cupo para un CAIPI, no importa que sea urbe. Es insuficiente la cantidad de estos centros que buscan facilitar que los padres puedan trabajar o estudiar, al proporcionar un espacio seguro y de calidad para sus hijos durante la jornada laboral.

Existen en Panamá alrededor de unos 95 CAIPI, que atienden a una población de unos 3,535 párvulos, de acuerdo a cifras del Ministerio de Desarrollo Social. Se estima que tan solo un 3% de los menores asisten a este tipo de formación. Esto es preocupante porque tal “cifra subraya la brecha entre la necesidad y la cobertura, ya que se calcula que 4 de cada 10 niños de 4 años no asisten a preescolar, y la falta de servicios es mayor en zonas rurales”.

La realidad no se compagina con los propósitos nacionales, pues se han promulgado suficientes leyes para garantizar la protección integral de la primera infancia, lo que proporciona un marco sólido para el avance en esta área. El biólogo y psicólogo Jean Piaget planteaba que: “La interacción directa con el entorno es el punto de partida para que el niño/a vaya entendiendo cómo es el mundo exterior y vaya desarrollando así su inteligencia”.

Este es un ámbito en que la atención debe ser integral y estos resultados se logran de manera complementaria en áreas donde expertos en pedagogía puedan acompañar y dirigir esa mirada infantil al contexto que le rodea, que fortalece el amor y cuidados hogareños, precisamente para preparar al individuo para iniciar su formación escolar. Pero también es un período para determinar cualquier factor específico que pudiera perturbar su educación.

Muchas entidades, sectores y empresas comprenden la importancia para las familias de contar con la posibilidad de obtener un espacio para que sus hijos tengan esta atención dirigida. Por esa razón las instituciones procuran abrir los centros que ofrecen tal servicio. Igual sucede con algunos municipios y también, existen las iniciativas privadas. Se requiere ampliar esta oferta, pero con los controles adecuados para garantizar la eficiencia pedagógica.

Nada más efectivo que sembrar en la mente de los pequeños las capacidades para comprender el mundo, desde el punto de vista de dar libertad para que se vaya madurando paulatinamente en la adquisición de valores y destrezas requeridas. Decía Montessori que “hay que ser respetuosos con el desarrollo infantil”. Esto garantiza una sociedad más preparada para enfrentar los avatares y retos de la realidad. A eso se debe el esfuerzo de Marisela por su hija.

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