• 24/01/2023 00:00

Los alisios destrozaron una estatuilla preciosa

“Acá, aunado al viento, estaba el fortísimo ruido de las ramas de cocobolo del lote, que atemorizan más que los tronidos de los asesinos misiles rusos lanzados cobardemente a Ucrania”

Claro que la ventolina del sábado 14 de enero de los corrientes asustó a muchos, acá en la montaña coclesana, pero jamás como el brutal vendaval del 6 de julio de 1992, ocurrido en la capital panameña, que no solo destrozo galeras, casas y árboles, sino que mató once personas, arrancó techos en Cerro Viento, El Crisol y otras barriadas cercanas, tirando, además, más de 200 postes del servicio eléctrico al pavimento.

Acá, aunado al viento, estaba el fortísimo ruido de las ramas de cocobolo del lote, que atemorizan más que los tronidos de los asesinos misiles rusos lanzados cobardemente a Ucrania.

¡Ah!, ni me bajé del catre, pero amanecí recogiendo potes, algunos taburetes volteados y entre ellos una preciosa estatuilla de cerámica de cholita con una tetita rota y con las nalguitas totalmente afectadas, solo quedaron en ellas un tatuaje que decía en español: “Recuerdo del Cosita Buena, 3 de nov. 1989” y en inglés “Remember little good thing garden nov, 1989”.

Fueron 50 de esas artesanías que podían utilizarse como tazas para tomar café o simples adornos y sirvieron de premios en esa cantadera mañanera del 3 de noviembre que inventamos para celebrar las fiestas patrias con sancocho, fritangas y tamboritos de día, ya que en ese año 1989 el agua de Panamá no estaba para bollos y no era recomendable salir de noche.

Ese taller de cerámica, que quedaba por la Esc. República de Haití en Río Abajo, después de su éxito al hacer figuras de damas en tonos aceptables, quebró, tal como la fábrica de panties “Intimate”, que quedaba frente al Crisol y que se la llevó el cruel tornado del 6 de julio de 1992.

Como ven, la costosa galera fabricadora de los panties más tiernos vistos por mí, la hizo añicos el tornado y la creación de las curiosas estatuillas de cuerpos o partes de damas, se esfumó por la soberbia feminista, que sin lugar a dudas continúa azotando las buenas costumbres panameñas como los piropos, los halagos y la comunicación sencilla.

Economista, escritor costumbrista.
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