- 26/01/2021 00:00
Aprendamos de los errores políticos de Trump
Cuando uno ve, anonadado, por TV, internet, periódicos y radio que la Cámara de Representantes votó a favor de juzgar al expresidente Donald Trump por “incitación a la insurrección”, tras el violento asalto al Capitolio ejecutado por turbas republicanas el 6 de enero de 2021, mandadas por el mismo Trump, entiende que es peligroso estimular el miedo, la rabia y las posiciones extremas contra los tradicionales contrarios políticos. Ya Joe Biden, el 20 de enero 2021, tomó posesión como el 46 presidente de EE. UU. Trump ya desalojo la Casa Blanca, perduró la democracia y el bien común de los norteamericanos.
Esto debe verse por nuestros políticos nacionales con mucho cuidado, no podemos exacerbar los antagonismos políticos poniendo en crisis la institucionalidad y gobernabilidad del país; las condiciones del desempleo, la pobreza, la mala distribución de las riquezas, avivan las emociones y pueden conducir a un mal final. No podemos hacer ley política “obstaculizar las acciones de cualquier nuevo Gobierno”, prima, ahora y siempre, el interés nacional. No importa si la fuerza política tradicional perdió el poder, habrá otras oportunidades; no arreciar contra todo lo que haga el nuevo Gobierno, porque para los perdedores lo fundamental es debilitarlo y crear la opinión popular de que es un Gobierno corrupto, incapaz y tirano.
Fue increíble ver a la Casa Blanca cercada por altas vallas de hierro, totalmente tomada por el ejército, un despliegue imponente de la Guardia Nacional; pero no es por gusto, hace una semana, extremistas irrumpieron en el Capitolio para boicotear la certificación del demócrata Joe Biden, como ganador de las elecciones presidenciales. Irrumpieron en el Capitolio y destrozaron la institucionalidad del Poder Legislativo.
Hoy, hay que aprender cómo se superan los errores políticos de los EE. UU., más cuando siempre se ha declarado ejemplo de la democracia para el mundo. Hay que entender que el máximo enemigo de los norteamericanos no son los musulmanes, los comunistas, los chinos, rusos, sino sus propios líderes y los partidos políticos que representan. Para nosotros, los latinoamericanos, hubo desinterés, enajenación y compromisos con Gobiernos amigos y violencia con los no amigos. Un Gobierno que menosprecio a la COVID-19, a los compromisos con el medio ambiente, con el comercio mundial y muchas asociaciones o acuerdos regionales y mundiales que dirigen el nuevo orden mundial.
Para nosotros los panameños, este mal ejemplo de un Gobierno sectario y unilateral debe prepararnos para no cometer esos garrafales errores y hacer de la política el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo u otra forma de relaciones de poder entre individuos. Siempre en beneficio de los intereses colectivos de la nación. No puede convertirse un partido político en un ente vengativo, en destrozar a su oponente, la institucionalidad y gobernabilidad, en fin, preparar todo para ganar, como sea, en las próximas elecciones.
Hace ya tiempo que unos partidos políticos han dejado de representar a los panameños, su distanciamiento y falta de credibilidad social es algo tan preocupante como urgente por resolver. No podemos llegar a la situación de crisis total de los EE. UU., no podemos sentirnos secuestrados por unos partidos que monopolizan el poder, controlando el Poder Legislativo, el Jurídico, desde el Ejecutivo.
Este escenario limita sustantivamente el ejercicio real de la democracia, esa es la meta fundamental de la política, mantener el equilibrio de poder entre los partidos políticos y la sociedad.